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lunes, 31 de julio de 2006

LA TIERRA PROMETIDA DE ABRAHAM

lunes, 31 de julio de 2006 0
CÉSAR VIDAL
Foto: REUTER

¿DESDE CUÁNDO MANTIENE ISRAEL RELACIÓN CON TIERRA SANTA?

Un milenio antes del advenimiento del Mesías, Israel constituía un floreciente reino cuyos exponentes máximos fueron el rey David, nacido en Belén y autor de buena parte de los salmos de la Biblia, y su hijo Salomón, el constructor del primer Templo de Jerusalén cuyo lugar es ahora ocupado por dos mezquitas musulmanas. A la muerte de Salomón, Israel experimentó los ataques continuados de distintas potencias que iban de los arameos que poblaban la actual Siria a los asirios afincados en el territorio de Irak. Israel resistió encarnizadamente estas invasiones extranjeras.

Finalmente, en el siglo VI a. de C. Nabucodonosor de Babilonia -uno de los iconos históricos utilizados frecuentemente por Sadam Hussein- destruyó Jerusalén, arrasó su templo y deportó a los judíos a las orillas del Tigris y el Eufrates. A diferencia de otros pueblos exiliados, los judíos siguieron soñando con el regreso a su tierra natal. Lo consiguieron varias décadas después gracias a un edicto del monarca persa Ciro, originario de una tierra que hoy identificamos con Irán. Desde ese momento hasta el siglo primero la supervivencia de los judíos en su tierra resultó considerablemente azarosa.

En el siglo II a. de C., por ejemplo, Antíoco IV Epífanes desencadenó una campaña de exterminio que incluyó la profanación del reconstruido Templo de Jerusalén. Fue un desastre nacional que sólo resultó superado cuando en el año 70 d. de C. las legiones del romano Tito volvieron a destruir Jerusalén y arrasaron nuevamente el Templo. A pesar de la catástrofe, los judíos en contra de lo que se repite ocasionalmente no abandonaron la tierra e incluso en el siglo siguiente se alzaron contra Roma cuando Adriano quiso volver a profanar Jerusalén. Derrotados nuevamente por las fuerzas romanas, permanecieron en la tierra donde disponían de una notable autonomía todavía en el siglo IV d. de C. De hecho, habría que esperar a la llegada de los musulmanes en el siglo VII d. de C. para que, efectivamente, se produjera una disminución alarmante de la presencia judía en su territorio originario.

¿CÓMO SE INICIÓ EL MODERNO MOVIMIENTO DE REGRESO A ISRAEL?

Durante la Edad Media, cabalistas, sabios, médicos, agricultores y comerciantes judíos vivieron y murieron en el suelo de sus padres movidos por un anhelo que, a partir del XVII, pasó además a cristalizarse en pasos más concretos de retorno masivo. Aunque repetidamente suele señalarse que la idea de regresar a Israel surgió con la aparición del sionismo en el XIX, tal afirmación es totalmente errónea. Incluso después de la diáspora provocada por la llegada del islam nunca faltaron judíos en la zona ni se dejó de anhelar el final de un exilio que se consideraba pasajero, como lo había sido el destierro en Babilonia. Sin embargo, las primeras medidas fácticas para facilitar un retorno en masa de los judíos a su solar milenario se dieron a partir del XVII. Fue entonces cuando el protestante Oliver Cromwell decidió permitir el regreso de los judíos expulsados a Inglaterra y, sobre todo, ayudar a su establecimiento en su tierra. La razón que le movía era la convicción de que, en cumplimiento de las profecías bíblicas, la segunda venida de Cristo sería antecedida por el retorno de los judíos a su tierra. La idea recibió un enorme impulso durante el XIX. Su iniciativa chocó, sin embargo, por un lado, con el deseo de integración de los judíos en las sociedades de Europa occidental, y, por otro lado, por no pocos judíos ortodoxos que estimaban que el retorno sólo debía llevarse a cabo una vez que el Mesías hubiera venido y restaurado el reino de David.

De hecho, la ayuda de organismos y magnates judíos a colonos que desearan regresar a la tierra fue escandalosamente pequeña. Los mismos Rothschild dieron algunos donativos pero procurando que su nombre no saliera a relucir para no dañar sus relaciones con los turcos. Su apoyo a los sionistas no se hizo público hasta 1917, cuando el imperio otomano perdió Palestina, y hasta entonces era mencionado en voz baja mediante el circunloquio del «benefactor bien conocido». A finales del XIX, las acciones de regreso se habían basado más en el entusiasmo que en los medios casi inexistentes.

Fue el Holocausto en el que murieron más de seis millones de judíos la gran tragedia que colocó sobre el tapete la angustiosa necesidad de un Estado judío. Aunque la propaganda antisemita clásica gusta de pintar la existencia de una conjura judía mundial cuya finalidad es dominar el mundo, lo cierto es que en el seno de pocos colectivos ha existido y existe un debate más amplio, plural y variopinto. Semejante circunstancia se sustenta en el talante democrático del Estado de Israel única democracia de Oriente Medio y de la judería mundial y no ha excluido históricamente ni siquiera el tema del propio Estado. De entrada hay judíos que cuestionan la existencia del propio Estado considerándolo un acto rayano en la blasfemia: sólo puede ser implantado por el Mesías y el sionismo pretende suplantarlo impíamente.

¿EXISTE UNA VISIÓN UNIFORME JUDÍA DEL ESTADO DE ISRAEL?

La presencia de algunos miembros de estos movimientos ultraortodoxos en manifestaciones contrarias al Estado es un espectáculo relativamente corriente. Hay que mencionar igualmente a aquellos partidarios de establecerlo en algún lugar diferente de la tierra milenaria, una opción que, finalmente, fue desechada en 1905.

Hay que añadir también a los que, como Martin Buber, consideraron que aunque la vuelta a la tierra era imperativa hubiera resultado más aceptable un estado binacional vagamente similar a la confederación helvética o los que cuestionan el Estado desde una perspectiva marxista clásica. Los israelíes forman parte de un estado laico y cuentan con movimientos como Paz, entre cuyos fundadores está el escritor Amos Oz. Éstos alimentan la necesidad de someter las acciones políticas a principios éticos de carácter humanitario.

Sin embargo, existe consenso en torno a algunos temas esenciales como son la existencia legítima del Estado sustentado en una relación histórica del pueblo con la tierra que ha podido verse interrumpida ocasionalmente en el tiempo pero nunca en el espíritu; su derecho a defenderse de atentados los muertos israelíes por ataques palestinos en el último mes equivalen en términos proporcionales a los ocasionados por ETA a lo largo de su existencia y el deseo de llegar a acuerdos de paz con los países vecinos, como se llegó con Egipto, al que se le devolvió la península del Sinaí.

Fotos y Videos del horror de la guerra

Escalada de violencia desde el 12 de julio de 2006. Siga la crisis al minuto.

GRÁFICOS
ÁLBUMES

FINUL, las fuerzas de la ONU en el Líbano

EFE
(FOTO: AP)

El 19 de marzo de 1978, cinco días después de que el Ejército israelí ocupara el sur del Líbano, el Consejo de Seguridad de la ONU creó, mediante la resolución 425, la Fuerza Interina de Naciones Unidas en Líbano (FINUL). Su mandato era garantizar la retirada de los soldados israelíes del territorio libanés y ayudar al Gobierno del Líbano a restituir su autoridad en la zona.

La FINUL, integrada por un contingente de más de 5.000 cascos azules, se ha mantenido desde entonces en el Líbano, aunque su presencia no pudo impedir una nueva invasión israelí en 1982, ni la acción de la guerrilla contra Israel, ni los bombardeos israelíes en represalia por estos ataques y su tarea ha quedado, en muchas ocasiones, limitada a asuntos humanitarios.

En mayo de 2000, cuando Israel se retiró tras 22 años de ocupación del sur del Líbano, FINUL se desplegó a lo largo de la frontera líbano-israelí, la llamada ‘línea azul’, con la misión de ayudar al Líbano a prevenir enfrentamientos fronterizos.

Posteriormente la Fuerza de la ONU cedió su lugar paulatinamente al Ejército libanés para ayudar al Gobierno de Beirut a extender su autoridad en todo el territorio del país, por lo que redujo su número de efectivos.

Según sus propios datos oficiales, FINUL está actualmente integrada por unos 1.990 soldados, procedentes de Francia, China, Ghana, India, Irlanda, Italia y Polonia, y comandados por el general francés Alain Pellegrini. El contingente se completa con 50 observadores militares y alrededor de 400 civiles que realizan labores de apoyo, 300 de ellos libaneses.

En sus 28 años de despliegue en el Líbano, 257 miembros de FINUL han perdido la vida en ataques o accidentes.

Misiones

En septiembre de 1982, tras la segunda invasión israelí del Líbano, se desplegó en Beirut una fuerza multinacional de paz que, integrada por EEUU, Gran Bretaña, Francia e Italia, tenía la misión de proteger a la población civil y apoyar el Gobierno de Amin Yemayel, quien sustituyó a su hermano Bechir tras ser éste asesinado.

El 23 de octubre de 1983 la fuerza multinacional sufrió un doble atentado suicida, que se atribuyó la Yihad Islámica, contra el cuartel general de los ‘marines’ estadounidenses en Beirut, donde murieron 241 soldados, y contra el puesto de mando francés en Ramlat Al Abida, también en Líbano, que causó la muerte a 58 franceses.

Este atentado y la reactivación del conflicto provocó la intervención directa en la guerra de la fuerza multinacional, que se vio implicada en los primeros bombardeos y ataques contra Siria y las milicias chií y drusa.

En febrero de 1984, tras constatar el fracaso de la misión pacificadora, EEUU, Gran Bretaña e Italia decidieron retirar sus tropas del Líbano y dos meses después lo hizo Francia

Nasrala, líder de Hizbulá

José Manuel Bustamante
Una seguidora de Nasrala con una pancarta del
líder de Hizbulá. (Foto: AFP)

Peligroso enemigo para Israel desde hace más de dos décadas, el jeque libanés Hasan Nasrala, líder de Hizbulá, va camino de convertirse en una pesadilla eterna para Tel Aviv. En su persona reúne todo lo necesario para conseguirlo. Además de respetado dirigente religioso, versado en la más alta teología islámica, es un astuto comandante militar, un mártir que perdió a su hijo mayor en el campo de batalla y un carismático político capaz de manejar a su antojo a las masas de chiíes libaneses.

Paso a paso, Nasrala se ha situado en la elite que maneja los hilos del laberinto de Oriente Próximo. Y eso que su carrera no fue fácil. Para el alto clero chií libanés, es un desclasado. No nació en el Valle de la Bekaa, la cuna más selecta de ese grupo, y tampoco ha seguido intensos años de estudio en los centros religiosos iraníes. 'Sólo' un par de años en Qom.

Nacido en 1960, dicen que de niño, cuando sus compañeros jugaban al fútbol, él se sumergía en los textos coránicos. A los 15 años ya militaba en un grupo armado. En 1975 se trasladó a la ciudad iraquí de Nayaf para continuar sus estudios. Tres años después, fue expulsado por el Gobierno de Bagdad, como cientos de libaneses, y volvió a su país en plena guerra civil. De inmediato, los líderes religiosos chiíes repararon en un joven barbudo que cautivaba con su lucida oratoria y extremismo.

La invasión israelí del Líbano en 1982 fue el acicate que necesitaba el joven Nasrala para subir a la cúspide. Aunque operativa desde 1982, la milicia Hizbulá no hizo su aparición pública hasta tres años después. Eran los comienzos de la guerra santa contra los judíos y de las tomas de rehenes occidentales. En estos años fue el comandante más avezado hasta que en 1992 llegó al liderato de Hizbulá. Su líder, Musaui, había muerto en un ataque israelí.

Con el apoyo explícito del ayatolá iraní Ali Jamenei, Nasrala intensificó el combate contra las fuerzas hebreas. Siria también lo vio con buenos ojos. Damasco permitió que Hizbulá se asentara en el sur del Líbano, en la frontera con Israel, a cambio de retener la última palabra sobre las acciones militares. En 2000, la histórica retirada de Tel Aviv del Líbano fue interpretada en el mundo árabe como una rotunda victoria del jeque, que subió a los altares de los grandes luchadores. La leyenda le destaca como el único soldado musulmán que ha derrotado a los judíos en combate.

Poco antes, en 1997, su hijo mayor, Hadi, murió en un enfrentamiento. Tenía 18 años. Un dato más para alimentar al mito.

A pesar de la retirada israelí, Nasrala no dejó las escaramuzas militares al tiempo que se fortalecía en la política interna libanesa. Gracias al importante respaldo financiero iraní, Hizbulá ha creado una efectiva red de asistencia social que proporciona ayuda, desde médicos a maestros, a la empobrecida población chií. Su influencia está garantizada en las populares barriadas del sur de Beirut. Cuenta con su propio canal de televisión, Al Manar, que ven 10 millones de personas, y que aprovecha el jeque para nutrir la guerra psicológica contra el enemigo judío.

Casado con Fatima Yassin, a Nasrala le quedan tres hijos. Apasionado lector, no desdeña las biografías de sus enemigos, incluidas las 'Memorias' de Sharon, para conocerlos hasta el más mínimo detalle. Aunque la formación de un Estado teocrático al estilo iraní sea casi un imposible en el Líbano, el clérigo sigue pensando que el Islam es la solución de todos los problemas. "El Islam no es una simple religión, con rezos y creyentes. Tiene un mensaje divino, y puede responder a cualquier pregunta, incluso de la vida privada".

Con los últimos ataques, se supone que Israel le tiene entre sus objetivos. Aunque el remedio puede ser peor que la enfermedad. Poco después de la muerte de Musaui, el anterior líder de Hizbulá, un coche bomba contra la embajada de Israel en Buenos Aires mató el 17 de marzo de 1992 a 29 personas. Los indicios apuntaban al grupo chií como un acto de venganza. En mayo de 1994, un comando israelí secuestró a un dirigente de la milicia. El 18 de julio de ese año, un ataque suicida dejó 85 muertos en un atentado contra las oficinas de la comunidad judía, otra vez en Buenos Aires. Acabar directamente con Nasrala supone un nuevo dilema para Israel.

¿Qué es Hizbulá?

EFE
El jeque Hasán Nasralá, líder de Hizbulá. (REUTERS)

MADRID.- Hizbulá (el Partido de Dios) es una influyente formación libanesa radical chií, que cuenta con un brazo político y otro armado, el conocido como la Resistencia Islámica.

Hizbulá fue fundado en Líbano en 1982 tras la invasión israelí. Nació con el objetivo de crear una república islámica y su "ideología" se centra en un fuerte sentimiento anti-israelí y anti-occidental.

Aliado de Irán, que le proporciona respaldo económico y político, y con estrechos vínculos con Siria, Hizbulá preconiza la eliminación de cualquier tipo de presencia no musulmana en el Líbano.

Hizbulá, que está liderado por el jeque Hasán Nasralá, es hoy más que una simple guerrilla anti-israelí, puesto que ha llegado a constituirse en un grupo político sólidamente implantado en la sociedad y la vida política libanesa, donde incluso tiene representación parlamentaria.

Para los chiíes, que representan el 35% de la población libanesa, Hizbulá es ante todo un baluarte político.

Su centro de operaciones está ubicado en el Líbano y posee una significativa milicia regular en el sur, foco de tensión entre los partidos nacionales libaneses, puesto que algunos consideran que el brazo armado de Hizbulá debería incorporarse al ejército regular libanés aunque otros abogan por mantener su actual estatus.

Hizbulá saltó al primer plano de la actualidad con el atentado que costó la vida a 241 marines estadounidenses y 58 paracaidistas franceses en Beirut, el 23 de octubre de 1983.

En 1996, tras la operación israelí 'Uvas de la ira' contra objetivos de la organización libanesa, Hizbulá e Israel se comprometieron a dejar a los civiles de ambos bandos a salvo de sus hostilidades en la llamada "zona de seguridad".

Tras este compromiso se estableció un Comité de Vigilancia de la Tregua, integrado además por Siria, Estados Unidos y Francia, cuya misión fue supervisar el respeto del alto el fuego en la zona. Sin embargo, ambas partes han violado este alto el fuego en numerosas ocasiones.

El 14 de febrero de 2000, Hizbulá estableció una alianza auspiciada por Irán con las dos organizaciones integristas palestinas, Hamás y Yihad Islámica.

Como partido político, Hizbulá ha mantenido una significativa representación en el parlamento libanés. Obtuvo ocho escaños en las elecciones legislativas de 1992, mientras que en los comicios de 1996, logró siete diputados.

En junio de 1998, Líbano celebró los primeras elecciones municipales en 35 años en los que Hizbulá consolidó su dominio en el sur y este del país. En las elecciones legislativas de 2000, Hizbulá afirmó su presencia nacional con la obtención de 12 escaños.

En las últimas elecciones legislativas, de junio de 2005, Hizbulá obtuvo 14 escaños y tras la formación del nuevo gabinete liderado por Fuad Siniora, cuenta con un ministro, Mohamad Fneich, que desempeña la cartera de Recursos Hidroeléctricos.

Además de su labor política y armada, Hizbulá lleva a cabo una importante labor social, que le reporta un gran apoyo popular. Su principal baza se centra en haber creado una red de hospitales, colegios, centros comunitarios, organizaciones benéficas, y puntos de distribución de alimentos, a los que tienen libre acceso todos los libaneses, musulmanes y cristianos.

El teatro libanés y sus convidados de piedra

Pedro Buendía (*)
Una mujer libanesa, con una bandera de Hizbulá,
en Beirut. (Foto: AP)

La tormenta militar que se avecina desde el sur del Líbano dista mucho de ser un conflicto bilateral al uso entre dos estados soberanos. No lo es ahora, como no lo fue en el 82, cuando el ejército israelí plantó sus tanques en los suburbios de Beirut para forzar a la OLP de Yasir Arafat a huir hacia Túnez. Desde aquellos años, el Líbano no ha dejado de ser, para desgracia de sus ciudadanos, un estado títere y alienado, primero por la ocupación siria y luego por la influencia militar, económica y estratégica de Irán en el sur del país, donde Hizbulá gobierna con puño de hierro.

El asesinato en febrero de 2005 de Rafik Hariri, el más destacado líder antisirio del Líbano, supuso un punto de inflexión en el lánguido panorama político libanés y propició la resolución 1559 de la ONU, que exigía la retirada de todas las fuerzas sirias y el desarme de las facciones armadas, incluida Hizbulá. Aunque las tropas sirias se retiraron a regañadientes, Hizbulá y otras milicias afines nunca se desarmaron, y en mayo de 2005 cosecharon un importante triunfo electoral en el sur del país.

A pesar de la llamada 'revolución de los Cedros', que pedía a gritos el fin de la dominación siria, poco o nada cambió en el país, donde el presidente Émile Lahoud, fiel vasallo de Damasco, se mantiene en el poder, y Hizbulá se ha convertido en una potente fuerza política cuyas milicias tratan de ocupar el puesto dejado por el ejército de Bashar al Asad.

En esta situación, y en plena vorágine por el secuestro del soldado israelí Gilad Shalit, un nuevo frente se ha abierto por el norte, con el rapto de otros dos soldados por parte de Hizbulá. Aunque parece que el secuestro se originó en una de tantas refriegas fronterizas, el móvil operativo es el mismo que en Gaza, incluyendo un eventual y desmedido canje de secuestrados por prisioneros.

El jeque Hasan Nasrallah, jefe de Hizbulá y hombre fuerte de Irán en la zona, ya había señalado en abril su determinación de recuperar por la fuerza a Samir al-Quntar, que en 1979 asesinó a tres israelíes en Naharia. La ocasión le viene ahora de perlas para presentarse como aliado y defensor de los palestinos, mostrando el secuestro de los dos soldados como un intento de suavizar la presión israelí sobre las poblaciones palestinas de Gaza.

Así pues, el gobierno israelí de Ehud Olmert tenía pocas opciones, y ninguna cómoda. Podía copiar el patrón de la actual crisis con Hamás, arremetiendo directamente contra Hizbulá. De ese modo estaríamos ante una página más de un conflicto local y aislado, sin solución fácil, y que hubiera proporcionado a la comunidad internacional la excusa perfecta para desentenderse tras unas pocas soflamas diplomáticas.

El propio Hizbulá, además, habría salido enormemente fortalecido de un escenario como ese, y el presidente libanés Émile Lahoud y su patrón sirio Basshar al Ásad se lavarían las manos, acusando nuevamente a Israel de injerencia en el sur del Líbano. Ningún cambio, pues, en el plano geoestratégico de la región, excepto que Israel tendría que mantener una carrera contrarreloj en dos frentes para liberar a sus soldados.

En cambio, emprendiendo una onerosa acción militar a gran escala, Israel ha responsabilizado al Ejecutivo libanés de albergar, consentir y patrocinar a una organización terrorista como Hizbulá, y ha elegido como interlocutor al propio Lahoud, apuntando directamente a Damasco y Teherán.

Efectos en toda la región

Este movimiento afectará forzosamente a todas las fuerzas geopolíticas de la región, y no será extraño que Ahmadineyad, presidente de Irán, o alguno de sus voceros aparezcan pronto en escena, mientras en sus instalaciones se sigue enriqueciendo un uranio cada vez menos pacifista. El doloroso mensaje de Israel es contundente: más allá de sus soldados y de su propia seguridad, no consentirá la más mínima interferencia de Damasco o de Teherán en su contencioso con Hamás.

El coste y calado de esta opción, no obstante, serán mucho mayores: vidas civiles y militares, graves repercusiones económicas, desestabilización aún mayor de un Líbano que desde el asesinato de Hariri vive en la cuerda floja. La complejísima variedad política del país tampoco hace esperar una postura definida ni efectiva; y Hizbulá se ha convertido, ya, en el verdadero gobierno en la sombra del Líbano.

En cuanto a Hamás y a la propia Autoridad Nacional Palestina (ANP), es evidente que la intromisión de Hizbulá en el delicado escenario palestino-israelí va a ser como la caricia de un escorpión, un regalo envenenado del que deberían desentenderse si aún les quedara alguna agudeza política. Mal le iba a la ANP cuando un personaje como Jáled Méshaal, huésped de honor de Damasco, cliente preferencial de Teherán y factótum en la sombra del aparato militar de Hamás se erigió hace dos días como "portavoz único del pueblo palestino", en la crisis del rehén Gilad Shalit; pero peor aún será elegir como cicerone de este laberinto al inquietante jeque Hasan Nasrallah, lugarteniente de Irán en la zona al frente de Hizbollah, organización ampliamente considerada como terrorista.

Mientras tanto, Israel se ha movido y la agenda de todos ha cambiado: la comunidad internacional deberá involucrarse, a ser posible superando con medidas concretas los melifluos llamamientos al desarme y la concordia, que esta parte tan seca del mundo son más papel mojado que en ninguna otra.

Israel y Líbano, las causas del conflicto

ELMUNDO.ES
Ataque de Hizbulá a un puesto israelí en la frontera de
Israel con Líbano, en 2002. (Foto: AFP)

El conflicto entre el Líbano e Israel hunde sus raíces en la decisión de Gran Bretaña de abandonar Palestina en 1947. En la 'Tierra Prometida' ya existían entonces enfrentamientos entre los habitantes autóctonos y los judíos que se habían ido asentando allí con la esperanza de crear un 'hogar nacional'.

Con la retirada británica, la resolución del conflicto quedó en manos de las Naciones Unidas (ONU) que, para poner fin al problema, aprobó el 29 de noviembre de ese mismo año un plan de partición del territorio en dos zonas: una israelí y otra palestina. El 14 de mayo de 1948, David Ben Gourion proclamó el Estado de Israel, una decisión nunca aceptada por los palestinos.

El conflicto entre el Líbano e Israel se remonta a los años 70 y ha dado lugar a numerosas y sangrientas incursiones militares israelíes contra grupos armados palestinos y Hizbulá.

En 1978, Israel ocupó parte del territorio libanés en la 'operación Litani', asentándose en un franja situada al sur del río del mismo nombre. Más de 1.000 civiles murieron en la contienda. Ese mismo año, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó sendas resoluciones en las que instaba a Israel a abandonar los territorios ocupados y creaba una fuerza provisional internacional con el fin de confirmar esa retirada y garantizar el restablecimiento de la paz.

En junio de 1978, las fuerzas israelíes se retiraron del Líbano, exceptuando lo que Tel Aviv denominó "zona de seguridad". En esta región, los israelíes han contado con la ayuda de una milicia libanesa, el Ejército del Sur del Líbano (ESL), a la que proporcionan instrucción militar y ayuda económica.

Durante el verano de 1982, Israel puso en marcha nuevamente una gran ofensiva contra el país vecino. En esta ocasión se hizo con el control de Beirut, que fue sitiada y bombardeada durante dos meses, hasta que las fuerzas de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) aceptaron salir de la ciudad. La operación militar recibió el nombre de 'Paz para Galilea'.

Las fuerzas israelíes ocuparon Beirut hasta julio de 1983, cuando se retiraron al río Awali, al norte de Sidón. Toda la zona comprendida entre este río y la frontera siguió ocupada hasta 1985, cuando retrocedieron nuevamente a la 'zona de seguridad'.

Las fuerzas de Tel Aviv fueron asediadas durante este periodo por multitud de grupos armados libaneses, entre los que descatan los surgidos de la comunidad chií, la más numerosa del sur del Líbano. Entre ellos ocupa un lugar preferente Hizbulá, (Partido de Dios), fundada en 1982.

Las relaciones entre las distintas milicias libanesas se han caracterizado a menudo por la rivalidad, lo que ha provocado diversos enfrentamientos armados. La Liga Árabe puso fin a estos ataques con la firma del Acuerdo de Ta'if en 1989.

El poder de Hizbulá

[foto de la noticia]

Por su parte, el Gobierno libanés decretó el desarme de todos los grupos armados del país, con excepción de Hizbulá, que desmanteló su estructura en Beirut, pero la mantuvo en el sur del Líbano para continuar su conflicto con Israel. Desde 1991, los combates en el sur del Líbano han involucrado a Hizbulá y a las fuerzas israelíes y del ESL.

El 25 de julio de 1993, tras la muerte de siete soldados israelíes, Tel Aviv puso en marcha la 'operación Rendición de Cuentas' (la 'Guerra de los Siete Días' desde la óptica libanesa), en la que el sur del país sufrió la mayor ofensiva militar. Los combates acabaron al llegar las partes contendientes, con la mediación de Estados Unidos, a un acuerdo por el que se estipulaba que los combatientes de Hizbulá no atacarían el norte de Israel y que los israelíes no atacarían a personas o blancos civiles en el Líbano.

Sin embargo, este acuerdo no acabó con los combates, trasladados a la 'zona de seguridad' y al norte de Israel.

El 11 de abril de 1996, Israel emprendió la 'operación Uvas de la Ira', que se prolongó por espacio de 17 días y que supuso la reanudación de los ataques contra Beirut por primera vez desde 1982. Más de 300.000 libaneses y 30.000 israelíes se vieron obligados a huir de sus hogares para no perecer en la contienda. Las bajas civiles fueron, no obstante, cuantiosas.

Las hostilidades acabaron con un nuevo acuerdo, con disposiciones relativas a la protección de los civiles. Para supervisar su aplicación se creó un Grupo de Vigilancia formado por Estados Unidos, Francia, Siria, el Líbano e Israel.

La retirada de Israel

En mayo de 2000, y ante el rápido avance de Hizbulá, el Ejército israelí se retiró de los territorios ocupados en el sur del Líbano más de seis semanas antes de lo acordado.

La tensión entre los dos países se recrudeció por la decisión de los libaneses de hacerse con parte del caudal del agua de uno de los afluentes del río Jordán. Israel calificó de "intolerable" la postura y amenazó con el uso de la fuerza para evitarlo.

Desde entonces, el clima de tensión y desencuentro ha sido constante en la zona. Tanto Israel como el Líbano contribuyen a alimentarlo con ocasionales escarceos en territorio enemigo y veladas amenazas contra la integridad del país contendiente.

Las claves del puzzle libanés

ELMUNDO.ES
Vista de la ciudad de Beirut. (Foto: AP)

Dividido entre cristianos y musulmanes, acosado por sirios e israelíes, el Líbano ha vivido pocos momentos de paz desde que nació como Estado en 1943.

El 12 de julio de 2006, un enfrentamiento en la frontera entre el Líbano e Israel reabrió un conflicto que se mantenía latente. La crisis la desató un ataque de Hizbulá sobre el territorio israelí en el que dispararon decenas de cohetes 'Katyusha' y proyectiles de mortero. Al menos ocho soldados israelíes murieron y la milicia chií libanesa apresó a dos militares hebreos. Israel calificó el ataque, sucedido en una región invadida por sus militares, de 'acto de guerra'. En ese momento se inició una nueva escalada de violencia.

El conflicto que ahora resucita tiene un pasado largo y complejo. Éstas son las pistas principales para comprender la actual situación de el Líbano.

  • Creación del Estado. El Líbano surge como país con la firma en 1943 de un pacto entre las diferentes comunidades que lo habitan. La distribución del poder se estableció entonces con arreglo al peso demográfico de cada una de ellas. Entonces predominaban los cristianos (maronitas, griegos ortodoxos, griegos católicos y otras confesiones) frente a los musulmanes (suníes, chiíes y drusos). La presidencia del Estado quedó en manos de los maronitas, la jefatura del Gobierno fue para los suníes, una cartera ministerial al menos para los drusos y la presidencia del Parlamento fue controlada por los chiíes. La proporción de parlamentarios se estableció en seis cristianos por cada cinco musulmanes.
  • Guerra civil (1975-1990). A mediados de los años 70, se produjo la ruptura de este artificioso acuerdo, que provocó el inicio de una guerra civil cuyas consecuencias todavía influyen en la región. Gracias a su crecimiento demográfico, los musulmanes, particularmente los chiíes, superaron a los cristianos. Los maronitas reaccionaron con violencia, negándose a perder sus privilegios.
  • Esta situación se vio agravada por la rivalidad entre Siria e Israel, que convirtieron la pequeña nación en su teatro de operaciones, y la presencia cada vez mayor de palestinos. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de Yasir Arafat consideró el Líbano su último refugio después de ser perseguidos en Jordania. En 1973 constituían el 10% de la población, aunque sus condiciones de vida eran penosas, concentrados en campos de refugiados en el sur.

    En una primera fase de la guerra, los cristianos retrocedieron frente a palestinos y chiíes, hasta que Siria acudió en ayuda de los maronitas. En 1976, 20.000 soldados sirios invadieron el Líbano. Beirut fue dividida en dos partes: el norte, para los cristianos; el sur, para los musulmanes. La guerra provocó el exilio de miles de libaneses y la quiebra de una de las economías más florecientes de la región. A la lucha de las diferentes facciones se unió la intervención de Israel, que lanzó varias campañas. El 6 de junio de 1982, 60.000 soldados israelíes invadieron el país.

    La guerra finalizó cuando las tropas apoyadas por Siria tomaron el control del país. El conflicto causó la muerte de al menos 150.000 libaneses, una cuarta parte de la población se exilió y cientos de miles vivían como refugiados en su propio país. En 1992 se celebraron las primeras elecciones en 20 años.

  • El papel de Hizbulá. Esta milicia chií fue creada en 1982 como reacción a la invasión israelí. Apadrinada por Irán, país con mayoría chií, también cuenta con el apoyo de Siria. Combatió a los ocupantes israelíes hasta que Tel Aviv retiró a sus tropas, en 2000. Hizbulá se ha negado a entregar las armas, desafiando una resolución de la ONU. Continúa luchando contra Israel con dos objetivos declarados: la liberación de centenares de presos palestinos y libaneses y la devolución por parte de Israel del territorio conocido como las Granjas de Cheba. Su líder es Hasan Nasralá y la milicia es parte integrante del actual Gobierno libanés.
  • El fallecido Rafik Hariri. (Foto: AP)
    El fallecido Rafic Hariri . (Foto: AP)
  • La frágil reconstrucción. Distintos gobiernos se han sucedido desde que acabó la guerra civil sin lograr estabilizar el país. Siria siguió interviniendo en la política interna e Israel continuó hostigando militarmente. El asesinato el 14 de febrero de 2005 del ex primer ministro Rafic Hariri demostró la fragilidad de la democracia. La oposición al presidente Emile Lahoud, considerado prosirio y en el poder desde 1998, dirigió sus iras contra Damasco, a quien consideraba detrás del crimen. La presión internacional hizo que Siria retirara en abril de 2005 los 14.000 soldados que todavía tenía en el país.
  • Las elecciones celebradas en mayo y junio de 2005 llevaron al poder a una coalición antisiria dirigida por el hijo de Hariri, Saad. Fue nombrado primer ministro Fouad Siniora, quien prometió continuar las reformas del líder asesinado. En su gabinete hay miembros opuestos a Siria e incluyó, por primera vez, a un ministro de Hizbulá. En una curiosa cohabitación, el presidente prosirio Lahoud desafía las presiones para retirarse y asegura que continuará hasta finales de

Israel rechaza presión para terminar guerra en Líbano


Beirut.- Israel rechazó la creciente presión internacional para que termine su guerra contra Hezbolá y lanzó una nueva incursión en el Líbano, mientras las potencias mundiales debaten sobre la urgencia de un cese al fuego.

Un funcionario de Naciones Unidas dijo que una reunión sobre la formación de una nueva fuerza de mantención de paz en el Líbano, programada para hoy, fue postergada “hasta que haya más claridad política” sobre el camino a seguir respecto a la guerra que lleva ya 20 días.

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, dijo que no habría un cese al fuego hasta que la amenaza de los ataques con cohetes de Hezbolá sea eliminada y que los soldados israelíes secuestrados sean puestos en libertad.

“La lucha continúa. No hay cese al fuego y no habrá ningún cese al fuego en los próximos días”, dijo Olmert a autoridades del norte de Israel, una zona afectada por los misiles de Hezbolá, obteniendo un prolongado aplauso.

Los civiles huían de las asoladas aldeas del sur del Líbano después de que Israel acordó un cese al fuego parcial a los ataques aéreos durante 48 horas. Convoyes de ayuda se dirigieron a la zona a entregar suministros.

Equipos de rescate encontraron 49 cuerpos que permanecieron enterrados durante días en edificios destruidos en tres aldeas del sur del Líbano, dijeron fuentes médicas.

El Ejército israelí sostuvo que lanzó una nueva incursión por tierra contra el Líbano, movilizando tropas hacia la zona de Aita al-Shaab. Hizbollah dijo que sus guerrillas se enfrentaron a la fuerza avanzada en fieros combates.

Aviones israelíes bombardearon objetivos en las colinas del sur del Líbano, pese al anuncio de un cese de los ataques aéreos, y los proyectiles de la artillería israelí cayeron sobre dos aldeas. Un soldado libanés murió y tres resultaron heridos cuando otro ataque aéreo israelí destruyó su vehículo.

En el principal cruce libanés hacia Siria, aviones no tripulados israelíes abrieron fuego contra dos camiones, mientras un tercer camión fue destruido por un avión de combate, dijeron fuentes de seguridad. Cuatro funcionarios de aduanas libaneses y los tres conductores de los vehículos resultaron heridos.

Hezbolá anunció que sus misiles impactaron a un barco de guerra israelí frente a la ciudad portuaria del sur del Líbano de Tiro, pero una fuente de seguridad del Estado judío dijo que ninguno de sus barcos había recibido impactos. (Reuters)

Comunidad judía argentina realiza acto en solidaridad con Israel


Buenos Aires.- La comunidad judía argentina realizará mañana un acto en solidaridad con el Estado de Israel a raíz del conflicto bélico que se vive en el Líbano.

Según informó la Daia en un comunicado de prensa, el acto tendrá lugar a las 19.30 en la sede del club Hacoaj, Estado de Israel 4156 de Capital Federal, en “solidaridad con el Estado de Israel en su lucha contra el terrorismo del Hezbolá que ha causado la muerte de decenas de israelíes”, señaló el comunicado.

Durante el acto, será el orador principal el embajador del Estado de Israel, Rafael Eldad, quien explicará los puntos centrales de este conflicto. (Télam)

Encuestas sobre candidatos a Gobernador


Resultados de la Encuesta Actual

¿A quién prefiere como candidato a Gobernador del PJ?

Jorge Obeid17 %17 %17 % 17.29%
Rafael Bielsa12 %12 %12 % 12.42%
Hector Cavallero5 %5 %5 % 5.76%
Agustin Rossi22 %22 %22 % 22.17%
Roxana Latorre2 %2 %2 % 2.22%
Horacio Rosatti18 %18 %18 % 18.63%
Juan C. Mercier2 %2 %2 % 2.88%
Daniel Peressotti1 %1 %1 % 1.33%
Omar Perotti5 %5 %5 % 5.32%
Ma. del C. Alarcón4 %4 %4 % 4.88%
Ninguno7 %7 %7 % 7.10%
Otro2 %2 %2 % 2.44%
http://www.sinmordaza.com.ar/
 
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