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lunes, 31 de julio de 2006

LA TIERRA PROMETIDA DE ABRAHAM

lunes, 31 de julio de 2006
CÉSAR VIDAL
Foto: REUTER

¿DESDE CUÁNDO MANTIENE ISRAEL RELACIÓN CON TIERRA SANTA?

Un milenio antes del advenimiento del Mesías, Israel constituía un floreciente reino cuyos exponentes máximos fueron el rey David, nacido en Belén y autor de buena parte de los salmos de la Biblia, y su hijo Salomón, el constructor del primer Templo de Jerusalén cuyo lugar es ahora ocupado por dos mezquitas musulmanas. A la muerte de Salomón, Israel experimentó los ataques continuados de distintas potencias que iban de los arameos que poblaban la actual Siria a los asirios afincados en el territorio de Irak. Israel resistió encarnizadamente estas invasiones extranjeras.

Finalmente, en el siglo VI a. de C. Nabucodonosor de Babilonia -uno de los iconos históricos utilizados frecuentemente por Sadam Hussein- destruyó Jerusalén, arrasó su templo y deportó a los judíos a las orillas del Tigris y el Eufrates. A diferencia de otros pueblos exiliados, los judíos siguieron soñando con el regreso a su tierra natal. Lo consiguieron varias décadas después gracias a un edicto del monarca persa Ciro, originario de una tierra que hoy identificamos con Irán. Desde ese momento hasta el siglo primero la supervivencia de los judíos en su tierra resultó considerablemente azarosa.

En el siglo II a. de C., por ejemplo, Antíoco IV Epífanes desencadenó una campaña de exterminio que incluyó la profanación del reconstruido Templo de Jerusalén. Fue un desastre nacional que sólo resultó superado cuando en el año 70 d. de C. las legiones del romano Tito volvieron a destruir Jerusalén y arrasaron nuevamente el Templo. A pesar de la catástrofe, los judíos en contra de lo que se repite ocasionalmente no abandonaron la tierra e incluso en el siglo siguiente se alzaron contra Roma cuando Adriano quiso volver a profanar Jerusalén. Derrotados nuevamente por las fuerzas romanas, permanecieron en la tierra donde disponían de una notable autonomía todavía en el siglo IV d. de C. De hecho, habría que esperar a la llegada de los musulmanes en el siglo VII d. de C. para que, efectivamente, se produjera una disminución alarmante de la presencia judía en su territorio originario.

¿CÓMO SE INICIÓ EL MODERNO MOVIMIENTO DE REGRESO A ISRAEL?

Durante la Edad Media, cabalistas, sabios, médicos, agricultores y comerciantes judíos vivieron y murieron en el suelo de sus padres movidos por un anhelo que, a partir del XVII, pasó además a cristalizarse en pasos más concretos de retorno masivo. Aunque repetidamente suele señalarse que la idea de regresar a Israel surgió con la aparición del sionismo en el XIX, tal afirmación es totalmente errónea. Incluso después de la diáspora provocada por la llegada del islam nunca faltaron judíos en la zona ni se dejó de anhelar el final de un exilio que se consideraba pasajero, como lo había sido el destierro en Babilonia. Sin embargo, las primeras medidas fácticas para facilitar un retorno en masa de los judíos a su solar milenario se dieron a partir del XVII. Fue entonces cuando el protestante Oliver Cromwell decidió permitir el regreso de los judíos expulsados a Inglaterra y, sobre todo, ayudar a su establecimiento en su tierra. La razón que le movía era la convicción de que, en cumplimiento de las profecías bíblicas, la segunda venida de Cristo sería antecedida por el retorno de los judíos a su tierra. La idea recibió un enorme impulso durante el XIX. Su iniciativa chocó, sin embargo, por un lado, con el deseo de integración de los judíos en las sociedades de Europa occidental, y, por otro lado, por no pocos judíos ortodoxos que estimaban que el retorno sólo debía llevarse a cabo una vez que el Mesías hubiera venido y restaurado el reino de David.

De hecho, la ayuda de organismos y magnates judíos a colonos que desearan regresar a la tierra fue escandalosamente pequeña. Los mismos Rothschild dieron algunos donativos pero procurando que su nombre no saliera a relucir para no dañar sus relaciones con los turcos. Su apoyo a los sionistas no se hizo público hasta 1917, cuando el imperio otomano perdió Palestina, y hasta entonces era mencionado en voz baja mediante el circunloquio del «benefactor bien conocido». A finales del XIX, las acciones de regreso se habían basado más en el entusiasmo que en los medios casi inexistentes.

Fue el Holocausto en el que murieron más de seis millones de judíos la gran tragedia que colocó sobre el tapete la angustiosa necesidad de un Estado judío. Aunque la propaganda antisemita clásica gusta de pintar la existencia de una conjura judía mundial cuya finalidad es dominar el mundo, lo cierto es que en el seno de pocos colectivos ha existido y existe un debate más amplio, plural y variopinto. Semejante circunstancia se sustenta en el talante democrático del Estado de Israel única democracia de Oriente Medio y de la judería mundial y no ha excluido históricamente ni siquiera el tema del propio Estado. De entrada hay judíos que cuestionan la existencia del propio Estado considerándolo un acto rayano en la blasfemia: sólo puede ser implantado por el Mesías y el sionismo pretende suplantarlo impíamente.

¿EXISTE UNA VISIÓN UNIFORME JUDÍA DEL ESTADO DE ISRAEL?

La presencia de algunos miembros de estos movimientos ultraortodoxos en manifestaciones contrarias al Estado es un espectáculo relativamente corriente. Hay que mencionar igualmente a aquellos partidarios de establecerlo en algún lugar diferente de la tierra milenaria, una opción que, finalmente, fue desechada en 1905.

Hay que añadir también a los que, como Martin Buber, consideraron que aunque la vuelta a la tierra era imperativa hubiera resultado más aceptable un estado binacional vagamente similar a la confederación helvética o los que cuestionan el Estado desde una perspectiva marxista clásica. Los israelíes forman parte de un estado laico y cuentan con movimientos como Paz, entre cuyos fundadores está el escritor Amos Oz. Éstos alimentan la necesidad de someter las acciones políticas a principios éticos de carácter humanitario.

Sin embargo, existe consenso en torno a algunos temas esenciales como son la existencia legítima del Estado sustentado en una relación histórica del pueblo con la tierra que ha podido verse interrumpida ocasionalmente en el tiempo pero nunca en el espíritu; su derecho a defenderse de atentados los muertos israelíes por ataques palestinos en el último mes equivalen en términos proporcionales a los ocasionados por ETA a lo largo de su existencia y el deseo de llegar a acuerdos de paz con los países vecinos, como se llegó con Egipto, al que se le devolvió la península del Sinaí.

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