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lunes, 10 de abril de 2006

La violencia en la escuela es reflejo de la sociedad

lunes, 10 de abril de 2006
Los establecimientos educativos no son islas. Los chicos trasladan los problemas sociales al ámbito escolar y la manera que encuentran de solucionar sus conflictos es a través de la violencia. Los docentes intentan rescatar el valor de la palabra para reducir los niveles de agresividad.

María Sol Pogliani

Una adolescente de 15 años golpeó a una compañera en la escuela Estanislao López; en la Simón de Iriondo una chica apuñaló a su ex-novio y compañero frente al edificio escolar y en el Almirante Brown, un grupo de adolescentes atacó a otro en las puertas de la institución. Estos hechos alarmaron el año pasado a la comunidad educativa y la sociedad comenzó a preguntarse porqué existe tanta violencia en las escuelas.

Este año no se registró ninguna denuncia pública sobre el tema. Sin embargo, algunos padres siguen preocupados porque los niveles de agresividad no bajan y se evidencian en las peleas que tienen los chicos en las escuelas.
Públicas, privadas, de varones, de mujeres o mixtas. Ninguna está ajena al problema. Pero, ¿cuáles son las causas de esta situación de conflictividad que tiene a niños y adolescentes como protagonistas?, ¿los jóvenes se volvieron más violentos o la sociedad dejó de contenerlos?, ¿cómo se puede modificar esta situación desde la escuela y las familias?
Una docente santafesina y un psicoanalista analizaron la situación y brindaron herramientas para pensar el problema desde una perspectiva más amplia.

Mecanismo de defensa

Aunque de manera distinta, la violencia escolar atraviesa todas los estratos sociales. "En las escuelas a las que concurren chicos que están sometidos a mayores estados de privación se observa más la violencia física con intentos de dominio a través de la fuerza. En las de mayores recursos, lo que se ve es mayor violencia verbal, que en algunas circunstancias llega hasta el desprecio del otro", opinó el licenciado Facundo Blestcher.
A criterio del psicoanalista, no se debe tipificar como "adolescente violento" al chico que golpea a un compañero o a un profesor. "Son jóvenes que tienen una mayor tendencia al acto. Esto quiere decir que tienen muchas dificultades para resolver sus conflictos, disminuir sus tensiones psíquicas y mitigar su sufrimiento si no es a través de la acción", dijo Blestcher "Frente a una cuestión de injusticia se responde a través de los golpes. Se perdió la tolerancia y la palabra. Por eso ante imposibilidad de decir las cosas, la violencia se instala como un mecanismo de defensa. Y los chicos en lugar de conversar sobre lo que les ocurre, lo demuestran de manera agresiva", opinó María Soledad Marchionatti, docente y directora de Derechos Humanos de Amsafé La Capital.

Para Blestcher, la violencia de los adolescentes no es más que una forma de "descarga de un sufrimiento intolerable" y el origen puede ser totalmente arbitrario porque "no tiene que ver con el motivo de fondo; cualquier cosa puede producir el acto. No interesa el detonante, sino la causa", comentó Blestcher.

En el fondo

A algunos, la economía los excluye del sistema y los lleva a tener un nivel de vida que roza con la subsistencia. A otros, el mercado laboral los somete a un ritmo de trabajo que los lleva a pasar gran parte del tiempo fuera de su casa.

En ambos contextos, "los chicos se sienten desatendidos y necesitan más contención, protección y ser reconocidos como niños, no sólo en sus necesidades materiales sino también en las sociales y afectivas", expresó Facundo Blestcher.
Mientras en los sectores de menores recursos "los chicos pobres sufren porque están desposeídos de sus sueños" en los estratos con mejores ingresos, "los chicos están librados a sí mismos o sometidos a condiciones educativas casi laborales".
Por esto, el psicoanalista cree que la alternativa para disminuir la violencia en las escuelas está en "intentar paliar el sufrimiento infantil y de los adolescentes creando condiciones más dignas de vida para todos".

Fortalecer el diálogo

La violencia es un problema latente en las escuelas y los docentes se preguntan qué hacer para reducir los niveles de agresividad dentro de las aulas con los escasas herramientas que tienen a su alcance.
Sin gabinetes psicopedagógicos ni asistentes sociales, los docentes apelan a los recursos que tienen más a mano: la palabra. "Intentamos recuperar el diálogo con los chicos y trabajar junto con las familias para ver si de esa manera se pueden reducir los niveles de agresividad", dijo Marchionatti.
La docente remarcó que no se pueden esperar resultados en el corto plazo, "sobre todo cuando al tratar de resolver este tema, la escuela se queda sola".
"Podemos traer a los mejores disertantes del mundo y proponernos millones de cosas para hacer pero si uno no tiene todo el acompañamiento del cuerpo social es muy poco lo que la escuela puede hacer", opinó.

Una caja de resonancia

La salida del colegio, el recreo y, a veces, hasta las horas de clases se convierten en territorios propicios para los golpes e insultos.
¿Evidencia esta conducta de los adolescentes una pérdida de respeto hacia institución?
La docente María Soledad Marchionatti está convencida de que la valoración hacia los establecimientos educativos no ha cambiado y que el error está en realizar el análisis de la situación pensando en que hace dos décadas no se daban hechos de violencia dentro de las escuelas."Hace 20 años la sociedad era otra y la escuela también", sintetizó Marchionatti.
La docente sostuvo que para entender la problemática de la violencia escolar hay que dejar de pensar en los establecimientos educativos como islas y comenzar a ver que "son lugares sociales por donde transita la vida.

Es tan grave que dos chicos se peguen dentro de la escuela, fuera o en la canchita del barrio; tiene el mismo nivel de gravedad", afirmó Marchionatti.
Es decir, la violencia no tiene que ver con el espacio físico sino con una problemática social. Sólo que el hecho de que se dé en la escuela impacta porque "ahora es prácticamente la única institución social que todavía tiene una función centrada en la socialización de las futuras generaciones", remarcó Facundo Blestcher.
El psicoanalista sostuvo que la escuela es reflejo de lo que pasa en la calle, dentro de las familias y en todos los ámbitos de la vida. "La escuela no es más que una institución inserta en la sociedad y lo que hace es reflejarla y operar como campana de resonancia de lo que acontece socialmente. Por lo tanto, la violencia que uno ve en la escuela no es más que la violencia social a la que todos nos vemos sometidos por el sistema", sintetizó Blestcher.

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