La ley de Promoción de Biocombustibles que aprobamos en la Cámara de Diputados -por amplia mayoría y con el aporte enriquecedor de distintos bloques- es una respuesta concreta local al problema estratégico global de la falta de energía. Según estudios coincidentes, a nivel mundial, el petróleo se agotaría en 50 años; el gas natural en 60 y el carbón en unos 200 años.
Ante este panorama, el gobierno nacional responde por un lado con su fuerte participación en la alianza energética de países latinoamericanos, que apunta a que los pueblos del continente sean los principales beneficiarios de las riquezas que aún hay en su tierra y que se traduce en el proyecto del megagasoducto del sur.
El biodiesel es el de mayor potencial de desarrollo. Se obtiene de aceites vegetales o grasas animales, lo que brinda a los sectores agropecuarios y de la industria aceitera una nueva alternativa de producción.
A la vez, Argentina cuenta con un gran mercado interno de consumo de combustible diesel. Y la ley fija una progresiva obligatoriedad de mezclar los combustibles tradicionales con el biodiesel.
Además, el país -y particularmente nuestra provincia de Santa Fe, donde ya se han anunciado inversiones millonarias- cuenta con un complejo oleaginoso eficiente y altamente tecnificado y con una producción creciente de metanol y etanol.
Se plantea una estabilidad fiscal por quince años y se otorgan beneficios impositivos que estimulan la compra de bienes de capital mediante la devolución anticipada del IVA correspondiente a bienes u obras de infraestructura incluidos en los proyectos de inversión o con la amortización acelerada de esas inversiones a través del Impuesto a las Ganancias.
Se fijan también exenciones de la Tasa de Infraestructura Hídrica y el Impuesto sobre los Combustibles Líquidos y el Gas Natural. Y en cuanto al fomento a las Pymes, principales generadoras de puestos de trabajo, vale un ejemplo: se fijará anualmente un cupo fiscal que será distribuido con el criterio de promocionar particularmente al sector, con el consecuente incentivo al desarrollo de las economías regionales, apuntando a favorecer particularmente a empresas ubicadas en las zonas geográficas menos estratégicas. Las pymes producirán no menos de un 20 por ciento de la demanda total de biocombustible.
La ley también es importante por su incidencia en la cuestión ambiental: ante el efecto negativo de los combustibles fósiles -principales generadores, junto con la devastación forestal, de la altísima concentración de dióxido de carbono- la Argentina, con el desarrollo del biocombustible, hace un nuevo aporte a la reducción de gases de efecto invernadero y la instrumentación de programas y proyectos de desarrollo limpio que se impulsan a nivel mundial.
Por generar una alternativa energética que consolide el crecimiento de la producción con su consiguiente generación de empleo, por cuidar el ambiente para las futuras generaciones, la ley de biocombustibles es otro gran paso en el camino de la reconstrucción nacional que impulsa el presidente Néstor Kirchner y que el pueblo argentino respalda con su esfuerzo cotidiano.
*Presidente del bloque de diputados nacionales del Frente para la Victoria
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