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domingo, 23 de septiembre de 2007

PRIMER INVENTARIO NACIONAL

domingo, 23 de septiembre de 2007
Telam
Se perdió casi el 70 por ciento de los bosques nativos
De los 100 millones de hectáreas que constituía la cobertura forestal en 1915, la Argentina sólo cuenta actualmente con un poco más de 21 millones. De esta manera, el país ingresó en el selecto grupo de países con cubierta forestal reducida, según definición de Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), un exclusivo pero poco recomendable grupo de países.
Por Alejandro San Martín

La Argentina está quedando desierta. Si alguien se dejara guiar por los datos que reflejan el Primer Inventario Nacional de los Bosques Nativos, que se presentó en el primer trimestre de este año, observaría que en menos de cien años, el país perdió el 69 por ciento de su superficie boscosa, es decir, casi 80 millones de hectáreas boscosas..

Los datos centrales de este documento muestran que la superficie de bosques nativos de la República Argentina es de 21.443.873 hectáreas y la superficie de las tierras forestales, aquellas degradadas, normalmente arbustales en distintos estados de degradación, cerca de 65 millones de hectáreas. Es interesante ver cuánto suman: aproximadamente, los 100 millones de hectáreas que se suponían, era la cobertura forestal del país en 1915.

El período que ocupó el inventario fue el de 1998 - 2005 y cubrió las seis regiones de predomino leñoso: la selva tucumana, la selva misionera, montes, espinal, parque chaqueño y los bosques andino patagónicos.

Otro dato significativo que se desprende del inventario dista también de ser alentador; los 21 millones de hectáreas que se distribuyen entre las casi 280 millones de hectáreas de la superficie continental del país indican que el techo forestal del territorio continental ronda el 11,26 por ciento.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando la cubierta forestal es inferior al 10 por ciento de la superficie continental de un país, se la llama "reducida", es decir, nuestro país está a las puertas de ese exclusivo pero poco recomendable grupo.

Pertenecer a este conglomerado de naciones es, por demás, una desventaja. La cubierta forestal reducida indica que el bosque no puede garantizar la sostenibilidad de componentes y procesos fundamentales imprescindibles para la supervivencia y el desarrollo, y más grave aún en el caso argentino donde casi el 80 por ciento del territorio tiene condiciones de aridez o semi aridez.

El ingeniero forestal, Carlos Merenson, en una presentación que realizó para la Academia Argentina de Ciencias del Ambiente, precisó que ante esta situación, el país enfrenta graves consecuencias.

"Obviamente una insuficiente protección de las cuencas hidrográficas, graves problemas aluvionales y torrenciales, la pérdida de potencial hidroenergético, nada menos que la disminución de la disponibilidad de agua, la degradación de las tierras y la pérdida de la fertilidad y erosión, la pérdida de diversidad biológica, la escasez de productos madereros y no madereros, la disminución de atractivos turísticos en áreas y paisajes forestales y los más grave de todo: la pobreza en las zonas rurales y vacíos territoriales por migraciones forzadas", pronosticó.

De forma didáctica, Merenson, quien fue secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, explicó que la naturaleza siempre evoluciona hacia la mayor complejidad y en ese proceso, las masas forestales constituyen la organización vegetal terrestre más completa.

"Siempre que las condiciones ambientales lo permiten, la naturaleza tiende a formar bosques y el sentido de la naturaleza y fin general del sistema ecológico responde a un esquema susecional de roca, liquen, herbácea, arbustiva y arbórea en un camino de progresión a lo largo de millones de años", señaló

El problema viene cuando el hombre presiona en cualquiera de las etapas, porque este camino es reversible y podemos regresar prácticamente al desierto de piedra. Entonces, este proceso es la deforestación que convierte estos sistemas de máxima complejidad primero degradados y por último desertificados.

"La degradación -agregó-, es a su vez un proceso que debemos atender cuidadosamente porque la pérdida de biomasa en los bosques nativos del hemisferio sur se está produciendo a una tasa más elevada que la pérdida de superficie debida de forestación, quiere decir que no sólo se reducen los bosques sino que lo que queda está enormemente degradado".

Ocho mil años antes de nuestra era, la superficie terrestre estaba cubierta por unos seis mil millones de hectáreas, eso daba el 45 por ciento del techo forestal del planeta. En 1950 la FAO hace el primer relevamiento y la cobertura medida en ese caso era del 32 por ciento y en la última medición, en el 2005, dio 3.800 millones de hectáreas.

"Entonces, vamos a ver que hace 10 mil años atrás, cuando se produce el advenimiento de la agricultura, teníamos esa cantidad de hectáreas, a una tasa promedio de 177 mil hectáreas por año, perdimos un 13 por ciento de cobertura boscosa", precisó el especialista.

"Pero, en los últimos 55 años, perdimos ‘solamente’ un 13, pero ese solamente lo vamos a poner entre comillas porque ocurrió a una tasa promedio de 8 millones de hectáreas por año, quiere decir, el 4.500 por ciento de incremento en la tasa anual promedio histórico de deforestación", concluyó.

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