NUEVO DICCIONARIO
“Quilombo”, “malambo” y “ají” son algunas de las 683 palabras que pueden leerse en el “Diccionario de Africanismos en el castellano del Río de la Plata”, de Néstor Ortiz Oderigo. En su mayor parte proceden del kimbundu, una lengua del centro y norte de Angola.Por Rubén Furman Telam
Las 683 palabras que Néstor Ortiz Oderigo incluyó en su "Diccionario de Africanismos en el castellano del Río de la Plata" son una fuente de sorpresas, de la "a" a la "zeta".
Ya se sabía que el "quilombo" de nuestro lunfardo es un lupanar y acaso un tumulto o un gran desorden porque en Brasil los esclavos que huían de sus amos se juntaba en un quilombo, que en principio era la "república" de esos negros cimarrones y luego, por extensión, el refugio de hombres y mujeres en esa situación.
También es bien conocido que la danza gauchesca del "malambo", en que los bailarines compiten en habilidad de sus zapateos a un ritmo del 6 por 8, viene heredada de una coreografía afroperuana bailada por los negros de Lima, habitantes del barrio de Malambo.
Pero que la "chicana" de los abogados, esas triquiñuelas o mentiras que usan para dilatar un trámite son la versión rioplatense de las "shika hanya" que en lengua ausá de Nigeria es "perder la pista", es más difícil de intuir.
Otro tanto puede decirse del "ají", el condimento picante que llegó a América como alimento de los esclavos negros y que, en el ausá nigeriano que se habla Sudán quiere decir, precisamente, "algo picante".
"El influjo de los negros en el vocabulario castellano del Río del a Plata (...) debe de haberse manifestado desde el preciso instante en que pisaron nuestro continente, proveniente en un principio de España, antes de ser introducidos de manera directa desde Africa", asegura Ortiz Oderigo en el prólogo.
Sobre el origen de esos términos, el autor asegura que las dicciones reconocen como matriz distintos idiomas africanos pero en su mayor parte proceden del kimbundu, "lengua perteneciente a los grupos ambundus que se cultiva en el centro y norte de Angola", en la ex Africa portuguesa.
Y aclara que "se trata de una significativa y valiosa rama del amplio y robusto árbol idiomático bantú" a la que se suman fuentes sudanesa y guineo sudanesas islamizadas.
Hecha la aclaración del origen, no deja de sorprender que un importante manojo de términos "incubados en crisoles africanos" haya ido a enriquecer de manera decisiva el lunfardo rioplantese, en cuya "bemba" habitual se habla de milonga, pungas, changuí, amurados y, naturalmente, quilombos.
El "abombado" porteño es un tonto o lelo, que viene del "bomba" congoleño, que es más o menos lo mismo, y el lengue, ese pañuelo al cuello de los compadritos, viene de una voz kimbundú.
¿Y el "marote" dicho por cabeza? Dice el especialista que la palabra fue introducida en la región rioplatense por los esclavos procedentes de Dahomey, donde así se le llama a una cabeza cubierta de cascabeles que es el cetro para conducir los bailes que usan los bufones o los insanos.
El Diccionario de Africanismos que editó el Instituto de Pensamiento Latinoamericano de la Universidad de Tres de Febrero es una de las obras que Ortiz Oderigo (1912-1996) dejó preparados para editar.
Las prolijas carpetas con una veintena de libros terminados, listos para la publicación con índice numerado incluido -entre ellos este diccionario- y las recopilaciones de artículos, publicados o no, estaban en el departamento que heredó su sobrina, Alicia Dujovne Ortiz, a la muerte de su tío el 24 de junio de 1996.
Recibido como legado por la escritora, el diccionario es también un homenaje a su trabajo pionero al campo de los estudios afroamericanísticos, cuya biblioteca, fonoteca y colección de piezas musicales fueron donados al Instituto Nacional de Antropología.
“Quilombo”, “malambo” y “ají” son algunas de las 683 palabras que pueden leerse en el “Diccionario de Africanismos en el castellano del Río de la Plata”, de Néstor Ortiz Oderigo. En su mayor parte proceden del kimbundu, una lengua del centro y norte de Angola.Por Rubén Furman Telam
Las 683 palabras que Néstor Ortiz Oderigo incluyó en su "Diccionario de Africanismos en el castellano del Río de la Plata" son una fuente de sorpresas, de la "a" a la "zeta".
Ya se sabía que el "quilombo" de nuestro lunfardo es un lupanar y acaso un tumulto o un gran desorden porque en Brasil los esclavos que huían de sus amos se juntaba en un quilombo, que en principio era la "república" de esos negros cimarrones y luego, por extensión, el refugio de hombres y mujeres en esa situación.
También es bien conocido que la danza gauchesca del "malambo", en que los bailarines compiten en habilidad de sus zapateos a un ritmo del 6 por 8, viene heredada de una coreografía afroperuana bailada por los negros de Lima, habitantes del barrio de Malambo.
Pero que la "chicana" de los abogados, esas triquiñuelas o mentiras que usan para dilatar un trámite son la versión rioplatense de las "shika hanya" que en lengua ausá de Nigeria es "perder la pista", es más difícil de intuir.
Otro tanto puede decirse del "ají", el condimento picante que llegó a América como alimento de los esclavos negros y que, en el ausá nigeriano que se habla Sudán quiere decir, precisamente, "algo picante".
"El influjo de los negros en el vocabulario castellano del Río del a Plata (...) debe de haberse manifestado desde el preciso instante en que pisaron nuestro continente, proveniente en un principio de España, antes de ser introducidos de manera directa desde Africa", asegura Ortiz Oderigo en el prólogo.
Sobre el origen de esos términos, el autor asegura que las dicciones reconocen como matriz distintos idiomas africanos pero en su mayor parte proceden del kimbundu, "lengua perteneciente a los grupos ambundus que se cultiva en el centro y norte de Angola", en la ex Africa portuguesa.
Y aclara que "se trata de una significativa y valiosa rama del amplio y robusto árbol idiomático bantú" a la que se suman fuentes sudanesa y guineo sudanesas islamizadas.
Hecha la aclaración del origen, no deja de sorprender que un importante manojo de términos "incubados en crisoles africanos" haya ido a enriquecer de manera decisiva el lunfardo rioplantese, en cuya "bemba" habitual se habla de milonga, pungas, changuí, amurados y, naturalmente, quilombos.
El "abombado" porteño es un tonto o lelo, que viene del "bomba" congoleño, que es más o menos lo mismo, y el lengue, ese pañuelo al cuello de los compadritos, viene de una voz kimbundú.
¿Y el "marote" dicho por cabeza? Dice el especialista que la palabra fue introducida en la región rioplatense por los esclavos procedentes de Dahomey, donde así se le llama a una cabeza cubierta de cascabeles que es el cetro para conducir los bailes que usan los bufones o los insanos.
El Diccionario de Africanismos que editó el Instituto de Pensamiento Latinoamericano de la Universidad de Tres de Febrero es una de las obras que Ortiz Oderigo (1912-1996) dejó preparados para editar.
Las prolijas carpetas con una veintena de libros terminados, listos para la publicación con índice numerado incluido -entre ellos este diccionario- y las recopilaciones de artículos, publicados o no, estaban en el departamento que heredó su sobrina, Alicia Dujovne Ortiz, a la muerte de su tío el 24 de junio de 1996.
Recibido como legado por la escritora, el diccionario es también un homenaje a su trabajo pionero al campo de los estudios afroamericanísticos, cuya biblioteca, fonoteca y colección de piezas musicales fueron donados al Instituto Nacional de Antropología.
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