El 1º de noviembre de 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 60/7 en la que designó la fecha del 27 de enero Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto.
Tras la aprobación de la resolución, el Secretario General de las Naciones Unidas describió este día especial como "un importante recordatorio de las enseñanzas universales del Holocausto, atrocidad sin igual que no podemos simplemente relegar al pasado y olvidar".
Existe un cuento que creo se aplica muy bien para este día de recordación.
Se cuenta que una vez en una aldea aleja da del mundanal ruido, murió el único relojero que allí había. Uno tras otro, los relojes de los aldeanos empezaron a funcionar mal y terminaron por detenerse. Uno tras otro los pobladores dejaron de dar cuerda a sus relojes. Todos, excepto un solo hombre, que aunque sabía que sin duda su reloj marchaba mal siguió dándole cuerda todo los días. Años más tarde, llegó por fin a la aldea otro relojero: mas no pudo reparar ninguno de los relojes detenidos, pues su sutil mecanismo se había oxidado. Ninguno salvo el hombre que diligentemente había dado cuerda a su reloj día tras día.
Debemos seguir recordando y educando sobre lo ocurrido durante los años en que los nazis masacraron sistemáticamente vidas humanas, bajo una premisa rasita, xenófoba, autoritaria y egoísta. Tenemos que seguir haciéndolo, aunque muchas veces tengamos la sensación que no sirve, que nadie entiende, que no hay justicia, que el mundo no va a cambiar. Debemos darle cuerda a nuestra humanidad, pues de otro modo jamás llegara el día en que gocemos como humanos de la justicia, el entendimiento, el respeto, la aceptación. No permitamos que se oxiden los engranajes que nos hacen ser seres humanos.
Este dictamen de la ONU es una pequeña muestra que el esfuerzo de la educación y el ejercicio de la memoria rinde sus frutos.
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