Por Daniel Goldman* Pagina 12
En su presentación final, Von Wernich utilizó el sistema de la definición de palabras a partir de sus opuestos. Tonto, el supuesto sacerdote no parece. Más bien sádico, aunque no sea contradictorio. Pero más allá de sus características personales (si es que se puede), creo que resulta interesante jugar con ese modo de pensamiento, tarea difícil si la hay. Elegir la palabra correcta resulta un desafío inmenso, porque equivocarse con ella nos remite a otro lugar, tan distante como la palabra misma.
Von Wernich definió la paz en oposición al pecado. A diferencia, me permito, traer la reflexión del profesor Jacob Petuchowski cuando cavilaba alrededor de la polivalente palabra hebrea “shalom”, que generalmente se traduce como “paz”, pero que de modo filológico debería vinculársela con “integridad”. De manera novedosa, Petuchowski sostiene que lo opuesto al “shalom” no es la guerra, como generalmente se entiende, sino el “exilio”. Exilio significa no estar en el lugar en el cual debemos estar. Ni más ni menos. Un trabajador cuando está desempleado está en el exilio, del mismo modo que aquel que ha sido expulsado de su tierra, y de la misma manera que un padre cuando no cumple con sus obligaciones para con sus hijos. Pero utilizando el mismo mecanismo alrededor del “pecado”, intuitivamente percibo que lo opuesto a esto último es la “justicia”. Y vuelvo al “shalom”, porque la paz es una instancia posterior y superadora y no opuesta a lo pecaminoso. Me cierra más creer que alguien que ha sido secuestrado es reivindicado con justicia. Alguien que ha sido torturado, es reivindicado con justicia. Alguien que ha sido asesinado es reivindicado con justicia. Evidentemente, después de estos pecados, jamás se puede retornar al estado anterior. Simplemente se reivindica,
pero no se retorna, porque el retorno es imposible. Volviendo a Von Wernich, éste deberá pagar con la imposición de la “justicia” y no con la falacia de la supuesta “paz”. De eso trata el estado de derecho, aunque este hombre no crea en ello. En este juego de opuestos, ¿habrá estado en algún momento de exilio Von Wernich cuando era cómplice de todos estos delitos? No lo creo, porque la propia palabra “exilio” no alcanza para definir la inmensidad del espanto del cual fue partícipe.
Pensando en otras categorías, considero que tampoco la reconciliación sea el camino para arribar a la paz, como sostuvo Von Wernich. Para llegar a esta última –según el Talmud– se necesitan previamente la “verdad”, entendida como la lectura real de los hechos y el “juicio”, como demanda valorativa para la vida en libertad, siendo ambas instancias necesariamente esenciales para la íntegra paz.
Finalmente, retornando al juego de los opuestos, quiero ser cauto para definir el término “religioso”. Si bien me resulta difícil definir esa palabra, pragmáticamente estoy convencido de que si ese individuo es “religioso”, por oposición, no tengo dudas, gracias a Dios, de que yo no lo soy.
* Rabino.
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