Dicen en “La Rosada” que el propio Néstor Kirchner, diez días antes del acto eleccionario, estimaba que el Frente para la Victoria sería derrotado por una diferencia no menor a diez puntos. Fue tal su sorpresa, al enterarse de los resultados que, exultante, buscó cambiar el cronograma de los actos del lanzamiento de la candidatura de Cristina… “quería que todo saliera perfecto”.
Las cifras santafesinas cambiaron el ánimo presidencial después de los golpes recibidos en Capital Federal y el Tierra del Fuego.
Lo cierto, es que en Santa Fe, Kirchner se mantuvo prescindente y casi paralelamente, contó con “la no acción” del senador nacional Carlos Reutemann y del gobernador Jorge Obeid, quienes miraron, expectantes espectadores como trascurrían los días desde el 2 de abril –fecha donde se inscribieron las listas para las internas– hasta el 1 de junio, fecha de la sorpresa total.
Nadie puede decir que el triunfo del justicialismo, tuvo que ver con la presencia de estos hombres – paladines del justicialismo- que podrían haber sumado (por prestigio) al resultado final. Cada uno de ellos, sabe porque de la decisión pero en definitiva, vistos los resultados, que esta calma equilibrista no sólo que no fue equivocada sino que anunció bonanza.
De frases, triunfos y oportunidades
El Perón que ganó en 1946 lanzó aquel eslogan que decía: "No me lloren. Crezcan". Y palabras más, palabras menos, fue la frase que repitió Carlos Reutemann a cada uno de los que, semana a semana y por más de una año, visitaron su despacho del senado nacional, absolutamente convencidos que la única forma de derrotar a Binner era que “jugara” o que volviera a intentar llegar a la gobernación de la provincia. Sin embargo, el ex gobernador, sobrio y templado, como siempre, innovó el sentido de la frase: “No me lloren. Crezcan”. Y la noche del 1° de junio vio a un Reutemann optimista, satisfecho y sobretodo, en preparativos para comenzar a recorrer la provincia “en toda su extensión y en cada lugar que lo necesitasen”. Así nuevamente “el profundo interior” de la bota verá al “campechano” y espontáneo, Carlos Reutemann, de recorrida y charla con la gente.
Imposible es soslayar la importancia de un triunfo justicialista en setiembre, ya que no sólo que Obeid colocaría la banda a otro justicialista –y sabido es aquello que para un peronista nada mejor que otro peronista– sino que esta misma acción “diluiría” el futuro político de Hermes Binner, tal como pasó con Horacio Usandizaga.
Tras los benéficos números obtenidos en las internas, abiertas, simultáneas y obligatorias y con el lanzamiento de Cristina Fernández de Kirchner rumbo a la presidencia, más una estrategia adecuada la oportunidad parece estar al alcance de la mano.
Ausentes, sin aviso, pero justificados
Reutemann fue casi un perseguido mediático por el Frente Progresista Cívico y Social, en la que no faltó una expresión del propio Binner donde decía que le gustaría competir con Reutemann. Ahora la posibilidad de que Rafael Bielsa sea el próximo gobernador de santafesino, sin duda apagará expresiones de alto calibre, como: “van a ir todos presos” escapada de la boca de algún socialista.
Otro es el panorama, aunque no menos alentador, el que se le presenta al actual gobernador que se “librará” del “chicaneo” al que lo expondría un Binner absolutamente ganador. Al punto que uno de sus mejores ministros, el que se dedica a los números provinciales, evalúa hoy – además de quedarse, triunfo mediante, en la cartera que tan bien manejó- cifras mediante, el efecto bienhechor de las internas en cuanto a la movilización que trajo al un poco “amansado” justicialismo vernáculo. Sin dejar de resaltar la actitud y aptitud de Agustín Rossi que bregó por las internas, explicando a propios y extraños que sería la forma de “legitimar” el futuro candidato. Ahora fundamental será la táctica del poder ejecutivo provincial en los días que restan hasta el 2 de septiembre. Lo que ya nadie duda es que el novedoso sistema eleccionario por el que luchó Obeid, no sólo fue “entendido” por la gente sino que también reparó con un triunfo los pesares dejados por la Ley de Lemas.
Párrafo aparte para lo que recoge de este triunfo el “presidente prescindente”, que no creía que las urnas le sonreirían en un distrito tan importante como Santa Fe donde el justicialismo dio una lección de democracia y movilización librándose del viejo estigma de agradecer triunfos a los Lemas.
Así las cosas es innegable que el justicialismo, tras las internas, creció y ganó 13 departamentos santafesinos, poniendo desde ya las bancas del senado adversas a Binner.
Muchos dirigentes crecieron ganando el terreno de la opinión pública hasta el momento acostumbrada a los conocidos apellidos y su consabida y poderosa presencia adhiriendo voluntades. Y los que no estuvieron también ganaron cuando, con altura y sapiencia dejaron paso a lo nuevo
En este contexto, nuca más acertada la frase “No me lloren, Crezcan” para todos los santafesinos que seguimos aprendiendo a participar... disentir y crecer... para dejar de llorar.
Antonio Rico
Fuente: Derf
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