Numerosas calles aún permanecen cubiertas por los restos de los neumáticos quemados durante los bloqueos. En tanto, la mayoría de los comercios no abrieron sus puertas y el tránsito es escaso. Ayer, la oposición libanesa, que exige la renuncia del premier Fouad Siniora, protagonizó duros enfrentamientos que dejaron tres muertos y más de 130 heridos
Beirut y el resto de Líbano amanecieron en calma luego de los violentos incidentes protagonizados ayer por la oposición libanesa durante una protesta que dejó tres muertos y más de 130 heridos. La huelga, que pretendía ser pacífica, se convirtió en el peor estallido de violencia desde que Hezbollah y su saliados lanzaron hace dos meses una campaña para derrocar al primer ministro Fouad Siniora.
El tránsito en la capital libanesa parece volver a la normalidad, aunque sin los embotellamientos acostumbrados en los horarios pico. Ocurre luego de que se reabrieran todos los accesos a Beirut, que habían sido bloqueados ayer por los manifestantes.
Numerosas calles estaban aún negras con el hollín de las barricadas de neumáticos incendiados y las calzadas estaban resbalosas. Los vehículos que circulaban levantaban nubes de polvo negro, como después de un incendio gigantesco.
En tanto, muchos comercios mantenían cerradas sus cortinas metálicas, sobre todo en la calle comercial de Mar Elias, donde los empleados municipales con la cara cubierta con máscaras se ocupaban en recoger las basuras.
Numerosas escuelas, sobre todo cristianas, decidieron suspender sus clases , así como la circulación de los buses que recogen a los alumnos. Y la Universidad Libanesa, pública, mantuvo sus locales cerrados en todo el país.
Ayer, el país quedó paralizado con bloqueos en las principales rutas y caminos, en el marco de una huelga general para exigir la renuncia de Siniora. Los piquetes originaron los primeros choques entre milicianos de Hezbollah y simpatizantes de la mayoría parlamentaria que luego se extendieron a lo largo del día.
Beirut y el resto de Líbano amanecieron en calma luego de los violentos incidentes protagonizados ayer por la oposición libanesa durante una protesta que dejó tres muertos y más de 130 heridos. La huelga, que pretendía ser pacífica, se convirtió en el peor estallido de violencia desde que Hezbollah y su saliados lanzaron hace dos meses una campaña para derrocar al primer ministro Fouad Siniora.
El tránsito en la capital libanesa parece volver a la normalidad, aunque sin los embotellamientos acostumbrados en los horarios pico. Ocurre luego de que se reabrieran todos los accesos a Beirut, que habían sido bloqueados ayer por los manifestantes.
Numerosas calles estaban aún negras con el hollín de las barricadas de neumáticos incendiados y las calzadas estaban resbalosas. Los vehículos que circulaban levantaban nubes de polvo negro, como después de un incendio gigantesco.
En tanto, muchos comercios mantenían cerradas sus cortinas metálicas, sobre todo en la calle comercial de Mar Elias, donde los empleados municipales con la cara cubierta con máscaras se ocupaban en recoger las basuras.
Numerosas escuelas, sobre todo cristianas, decidieron suspender sus clases , así como la circulación de los buses que recogen a los alumnos. Y la Universidad Libanesa, pública, mantuvo sus locales cerrados en todo el país.
Ayer, el país quedó paralizado con bloqueos en las principales rutas y caminos, en el marco de una huelga general para exigir la renuncia de Siniora. Los piquetes originaron los primeros choques entre milicianos de Hezbollah y simpatizantes de la mayoría parlamentaria que luego se extendieron a lo largo del día.
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