Se trata del testimonio de Alejandro Faustino Córdoba, quien fuera detenido el 8 de septiembre de 1976 y alojado en la jefatura de policía. Esta persona relató que entre los uniformados reconoció a uno apodado "Coya".
"Los que me detuvieron ingresaron sin ningún tipo de orden y preguntaron por mí - manifestó Córdoba -, mi mamá los hizo entrar, cuando me sacaron de mi casa había dos vehículos que me estaban esperando enfrente: un jeep y una camioneta de la Policía de la Provincia. Había personal de la policía provincial a los costados de mi casa".
Cuando me sacaron de jefatura y me introdujeron en la camioneta me hicieron tirar en la parte trasera boca abajo, entraron varias personas, se iban sentando y uno me puso la bota en la cabeza y me preguntó si lo conocía. Le dije que sí, que era Machuca, ‘creo que es Omar', y entonces retiró el pie. Me trasladaron a un lugar que no sabía dónde era, porque estaba boca abajo y era de noche. Mme colocaron en una celda chica, habrá tenido un metro diez de ancho por dos metros y medio de largo, con un colchón tirado en el piso y estaba oscura. Al otro día me di cuenta de que era la Brigada, porque apareció personal militar y algunos soldados y me dijeron que estaba en la Brigada...".
La víctima recordó también que luego fue trasladado a una habitación sin muebles "y me apretaron la cara contra la pared, ahí ingresó una persona a quien yo conocía. Era Carlos Nickis”, contó.
En otro tramo de su testimonio, aseveró que "Nickis tenía un arma que me la ponía en las costillas y decía que iba a disparar, yo lo veía porque no tenía vendas, él estaba a mi costado. La persona que estaba atrás también intervenía en el interrogatorio haciendo preguntas. Se levantó en algún momento con unos cables, me mostraba los cables pelados y me decía que los iba a enchufar”.
"Pasamos por un patio de armas - siguió Córdoba - ingresamos al edificio donde en una oficina me recibió una persona que me dijo que es el capitán Sambueli, que pasara y que tomara asiento, de ahí le reconocí la voz: era la persona que estaba a mis espaldas junto con Nickis en el primer interrogatorio. Me volvió a preguntar por mi actividad política, por algunas personas que estaban detenidas en Resistencia que eran Mario Cuevas, Miguel A. Ludueña. Como dije que no podía aportar nada, llamó al soldado que estaba en la puerta del lado de afuera y le dijo: ‘llévenlo a la celda hasta que descienda el DC' 3, que me iban a trasladar, yo no pude dormir, pero no hubo DC 3”
En el mes de octubre de ese mismo año -según el relato de la víctima- fue colocado en un micro junto a otros detenidos que habían estado en la jefatura de policía, ellos eran: “Víctor González, alias ‘Carozo', Rubén Moulín y la madre de éste, Alcides Snaider, Coqui Ayala, Juan Carlos Prato, Eden Sandrigo, Alberto Wilhem, una mujer que estaba esposada de apellido Martínez, casada con Rubén Viola·. "El personal que nos subió al micro era policía; identifiqué a uno que fue el que nos acompañó adentro del micro, de apellido Fernández. “Le dijeron ojito", afirmó el denunciante, y agregó que en la ciudad de San Justo identificó al oficial de la policía de la provincia Octavio Benítez.
El destino de ese viaje fue una dependencia ubicada en calle San Martín y Obispo Gelabert de la ciudad de Santa Fe (sería el lugar donde actualmente se encuentra ubicada la delegación local de la Policía Federal). "En ese lugar -siguió - nos bajaron del vehículo y nos taparon los ojos y comenzó un interrogatorio. Tirado en el piso con los ojos vendados y las manos atadas atrás, permanecí hasta la noche", relató.
"El 8 o 9 de noviembre - siguió Córdoba - junto a Alcides Snaider me trasladaron en un Renault 12, sin vendas en los ojos, pero con las manos atadas atrás, en la parte trasera del auto. Aproximadamente, cerca de Berna paran el vehículo y nos hacen tirar en la parte trasera del auto en el piso y nos taparon con frazadas. El auto se puso en marcha y me di cuenta de que nos llevaron a la Brigada. Antes de bajar nos colocaron las vendas en los ojos y nos llevaron a un hangar, en donde había más personas, creo que alrededor de veinte o más".
"Cerca nuestro oí que alguien se identificaba como José Luis Cricco; unos días después escuchaba que funcionaba una máquina de escribir y nombraron a dos personas, como que estaban haciendo una ficha, nombraron a Juan Domingo Badckoc y a Aldo Llanes. De allí nos trasladaron de inmediato hasta Santa Fe en un camión celular. Viajamos parados y a mí me esposaron junto con Alcides Schnaider; íbamos esposados los dos con las manos atrás y los ojos vendados".
El testimonio de Córdoba frente al juez Dr. Palud continuó cuando relató que "en el segundo período de mi estadía, cuando me trajeron de Santa Fe al hangar de la Brigada Aérea, para los interrogatorios, por lo menos en mi caso y en el de Néstor Medina, utilizaban picana eléctrica. En los interrogatorios me ponían picana eléctrica en distintas partes del cuerpo: en la cabeza, en la nuca. Néstor era el que en peores condiciones estaba porque le habían quemado los glúteos con la picana y tenía que dormir boca abajo. Lo veía con los glúteos quemados cuando nos sacaron las vendas en la Guardia de Infantería reforzada, ahí vi que él dormía de esa forma".
Córdoba afirma haber perdido la audición del oído izquierdo, probablemente a causa de los tormentos recibidos durante su detención y asevera que "el uso de la picana eléctrica no era general. Lo hicieron con algunas personas: era conmigo, Néstor Medina y Alcides Snaider".
Si bien esta causa relacionada a delitos de lesa humanidad cometidos en la III Brigada Aérea está en etapa de investigación, sería un hecho que entre la policía y la Brigada había coordinación, sino ¿cómo se entiende que Nickis asista a interrogatorios en la Base Aérea siendo el miembro de la fuerza policial?.
Otro dato que aportó Córdoba fue que cuando los detenidos permanecían en el hangar "escuchábamos que hacían funcionar un motor cuando nos interrogaban para tapar los gritos". Y que, estando detenido en un calabozo de la Brigada, "una noche me llevó remedios -porque soy asmático- un sub oficial de la Brigada llamado Neldo Gómez, que estaba retirado, y me dijo que lo hacía por mi padre".
Éste es uno de los testimonios más desgarradores que pasaron por la Justicia Federal de Reconquista y que actualmente se investiga para dar con los responsables de las torturas.
Oscar Díaz
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