Por una ciudad sin indigencia, sin drogas y sin violencia

En palabras de Mons. José María Arancedo, Santa Fe necesita de creadores, de cultura, de un buen ejercicio de la política, de saber escuchar. Una Santa Fe que tenga utopías, que sueñe con la grandeza y el bienestar de todos. Fuente Diario "El Litoral".

El arzobispo de Santa Fe, en diálogo con El Litoral, exhortó a soñar una ciudad sin indigencia, violencia, drogas, ni chicos de la calle. Mons. Arancedo estimó que esto puede concretarse a través de la solidaridad, la equidad y de una mediación política virtuosa.

-¿Ud. cree que sólo la pobreza y la marginalidad son las que causan la violencia? -No directamente, pero son factores. El fondo es una crisis cultural y de valores, como el de la vida, la solidaridad, la fraternidad, la justicia, que están diluidos. -La sociedad ha demostrado confiar poco en la Justicia y en las instituciones en general. -Es que los valores que antes tenían una gran fuerza en la conciencia de cada uno, hoy han entrado en el relativismo. Se busca el provecho, hay una orfandad que lleva a la gente a aferrarse a lo que puede para salvarse. De tal modo, los valores no son vinculantes, no comprometen en conciencia, sino son sólo referencia. Es en la virtud y en el amor auténtico y exigente cuando aquéllos se viven en forma concreta. -¿Quién ha fallado aquí: la familia, la escuela, la parroquia, la política? -Históricamente el chico dependía de la familia, de la maestra, del catequista, del barrio, del club, en fin, de los lugares de transmisión de valores. Ahora se ha incorporado un elemento más: los medios de comunicación (TV, radio, publicidad). Así el niño tiene otra instancia de aprendizaje que suele entrar en conflicto con aquello que ha recibido. -¿Cree que los medios han asumido la responsabilidad de transmitir valores? -No hay que demonizar a los medios, porque son valiosos, necesarios, provocan una gran responsabilidad y una reflexión ética y moral, transmiten ideas y proyectos. Pero están presos de la competencia, el rating, así como el político está esclavo del poder, de ganar las elecciones, del cortoplacismo. Entonces el hombre queda huérfano de esa cobertura cultural indispensable para crecer y desarrollarse. -Ante semejante panorama, ¿resta alguna esperanza? -Yo tengo esperanza. Pero la realidad requiere de una autocrítica, de una reflexión. Necesitamos de la política, porque si ella falta, no existe esa mediación cultural indispensable entre la idea y la realidad y, además, se enfrenta el riesgo de la subversión o la represión. A la política yo la definiría como el acto de caridad social, el espacio racional de cultura en el cual las ideas conviven y se van plasmando. Por eso hay que apostar a ella, pero recordando al político que su tarea es muy noble y requiere una preparación virtuosa, o sea honestidad, desprendimiento, pensar en el otro, alegrarse de una idea que provenga de otro sector si es para bien de la comunidad. Es saber definir políticas de Estado, aunque él no las vea concretadas, pero al menos dar los primeros pasos. Hay que pensar con un sentido de la historia y el tiempo que nos trascienda. Ésa es una capacidad virtuosa.

Una señal que asusta
-¿Cómo se resuelve el tema de la violencia y la pobreza?

-Me preocupa la violencia, es una señal que asusta, y se observa en gente joven, incluso en aquella que tiene recursos; se llega a una agresividad sin límites donde la vida no es un valor vinculante. La violencia se ha instalado y eso es grave.Y en cuanto a la pobreza, con los índices que tiene Santa Fe, que muestran que uno de cada tres chicos menores de 14 años es indigente, es algo muy fuerte. No podemos no asumir esa realidad y sentirnos responsables. Porque la realidad nos está interpelando y no le damos respuesta.Hay falta de equidad, una distribución injusta. Son muy pocos los que tienen mucho, y muchos los que tienen muy poco. Y esa brecha se va ampliando. Lo más triste y preocupante es que se va creando una sociedad dual, donde se ha perdido la capacidad de diálogo porque son mundos que no se entienden. Se están formando pequeños ghetos sociales con otros códigos, con otras categorías. Sin equidad se destruye el bien común. Una cosa es el crecimiento en términos macroeconómicos, y otra es el desarrollo integral de la persona, de la ciudad, del país.En el Diálogo Argentino convoqué a rectores, rabinos, pastores, porque me parecía que nos debíamos un diálogo en el que nos encontrásemos aunque tuviéramos pertenencias distintas. Hay que hallar coincidencias, pero que la unidad no borre la diversidad, porque necesita de ella. Así se recupera la cordialidad ciudadana.Santa Fe necesita de creadores, de cultura, de un buen ejercicio de la política, de saber escuchar. Una Santa Fe que tenga utopías, que sueñe con la grandeza y el bienestar de todos, donde vaya desapareciendo la marginalidad, en suma, un proyecto de ciudad en el cual todos estemos incluidos. Para ello hay que recuperar el diálogo constructivo, porque la marginalidad nos lastima, al igual que la violencia, las armas, las drogas. No podemos quedarnos tranquilos, hay que prevenir.El gobierno y la oposición tienen que ponerse de acuerdo en algunas líneas fundamentales: educación, salud, familia y trabajo. Esas fueron las líneas-fuerza que en el Diálogo Argentino propusimos al gobierno provincial y municipal. No podemos bajar los brazos.

Guadalupe

Mons. Arancedo invitó a participar de la celebración de la Virgen de Guadalupe, lo cual "sería muy bueno para Santa Fe, para hacer de ella un día de encuentro para fortalecer nuestras relaciones y soñar una ciudad más grande, donde todos tengan cabida. Y tal vez hasta los que no son católicos, porque esta fiesta es además un espacio cultural donde nos podemos sentir unidos. Los invito a participar y a pedir una Santa Fe sin indigencia, sin drogas, sin violencia, sin chicos de la calle".