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miércoles, 26 de abril de 2006

“Para no dejar que se olvide”

miércoles, 26 de abril de 2006
EL ACTO EN EL COLON PARA RECORDAR EL HOLOCAUSTO.
Ante el teatro colmado, los representantes de la comunidad judía y la senadora Cristina Fernández de Kirchner rindieron homenaje a las víctimas del nazismo. Pedidos de justicia y críticas al presidente de Irán.
Por Raúl Kollmann. Diario Página/12.

“Recordar, no olvidar, no dejar que se olvide. Ese es el mandato de los que resistíamos a la maquinaría nazi.” Con estas palabras, el sobreviviente del Holocausto José Moskovitz, quien combatió al Tercer Reich internado en un campo de concentración de Hungría, sintetizó el espíritu del conmovedor acto que anoche realizó la comunidad judía para recordar a los seis millones de víctimas de la matanza nazi y a los luchadores que se enfrentaron a los genocidas. En el Teatro Colón se combinaron una representación artística llena de talento y emotividad con discursos en los que hubo un rescate de la memoria y los derechos humanos. Hubo dos reclamos concretos: el esclarecimiento de los atentados perpetrados en la Argentina y un repudio al presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, quien niega la existencia del Holocausto y amenaza con atacar Israel. Cristina Kirchner cerró el acto con un discurso sobre la memoria, la intransigencia en la defensa de los derechos humanos y la libertad.

El Teatro Colón exhibió un lleno total ante la convocatoria realizada por la DAIA al cumplirse 63 años del Levantamiento del Ghetto de Varsovia, cuando un grupo pequeño de judíos se rebeló contra la dominación nazi y resistió durante 30 días, hasta que todos fueron aniquilados. En el acto estuvieron el vicepresidente Daniel Scioli; el jefe de Gobierno de la Ciudad, Jorge Telerman; los ministros Alberto Iribarne y Daniel Filmus, entre otras autoridades nacionales.

Lo más impactante fue el armado artístico del acto, desde las frases de Cipe Lincovsky, el Himno Nacional cantado por Cecilia Milone, el sutil acompañamiento de Lito Vitale, la participación de Norman Erlich y, tal vez lo que más conmovió, la canción entonada por Nacha Guevara sobre la libertad. Todo enmarcado por bailes, una escenografía de primer nivel y, de fondo, una pantalla gigante, en la que se veían, por ejemplo, imágenes de la Inquisición, los ghettos, la Noche de los Cristales Rotos y los campos de concentración.

El embajador de Israel en la Argentina, Rafael Eldad, sostuvo que el mundo y gran parte de los gobiernos asistieron silenciosos al surgimiento y crecimiento del nazismo y ese mismo silencio se mantuvo durante el genocidio. Apuntó contra Irán y contra Hamas, señalándolos como peligros principales a nivel internacional. En el mismo sentido se pronunció el titular de la DAIA, Jorge Kirzembaum: “Reiteramos el llamado a nuestro gobierno y a todas las naciones democráticas para que eleven su voz de repudio y condena contra el presidente de la República Islámica de Irán, sin especulaciones políticas ni consideraciones económicas. La conducta de la máxima autoridad del régimen constituye una ominosa amenaza. Sepa la comunidad internacional aprender las lecciones del pasado. ¿O acaso el parámetro ético contemporáneo es el precio del barril de petróleo?”.

Cristina Kirchner, que no leyó su discurso, reflexionó sobre las razones de los genocidios. Sostuvo que no son obras de locos ni de una determinada ideología, sino que se han llevado adelante matanzas de todo tipo en nombre de ideas muy distintas y por mandato de políticos muy distintos. “Eso demuestra que tenemos que estar alertas, que puede volver a ocurrir. Para evitarlo, la memoria es imprescindible y, además, tenemos que ser intransigentes en la defensa de los derechos humanos y defensores de la libertad de pensar, de expresarse, de discrepar.”

Para algunos, el acto dejó un sabor agridulce. Pareció demasiado lujoso para ser la recordación del Holocausto. Se podría objetar también la falta de autocrítica de una dirigencia que ha sido cuestionada justamente por su docilidad, durante y después de la dictadura. Más allá de las objeciones, quedó la conclusión –manifestada por varios de los oradores– de que el Holocausto y el horror nazi tienen que ser materia de estudio, no sólo en los colegios argentinos, sino también en las escuelas de policía y en los centros de formación militares. Ayer se anunció que se está trabajando para avanzar en ese proyecto.

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