Por Jorge Raúl Fernández (*)
Esta nota es una carta abierta a Rogelio Alaniz en relación con los
artículos "Reina Cristina" y "Del sillón de Rivadavia al trono de
Cristina", publicados en el diario El Litoral el 29 de setiembre y el 6 de
octubre ppdo., respectivamente.
Tomando como premisa la frase que encabeza el artículo "Reina
Cristina", "siempre somos responsables de lo que no tratamos de impedir" (Jean
Paúl Sastre), y sobre la base de tu reconocida capacidad para no sólo
leer libros sino fundamentalmente comprender realidades, apelo a tu
conciencia intelectual para desentrañar lo esencial en la realidad argentina
actual y colocar a lo secundario en el lugar que le corresponde.
He visto, escuchado y leído en importantes medios de comunicación y de
conocidos periodistas, tales como Grondona o Majul, expresiones
netamente contradictorias pero unívocamente direccionadas a criticar al
gobierno nacional y a la candidata presidencial del Frente para la Victoria,
midiendo con varas muy distintas realidades similares. Como parte de tu
discurso en los artículos de referencia padecen a mi entender, de
iguales contenidos, quisiera reflexionar con vos públicamente sobre tales
expresiones.
¿No creés, Rogelio, que es contradictorio afirmar que el presidente
Kirchner no está a la altura del cargo que ostenta por su vestimenta
desaliñada pero a continuación afirmar que Cristina es frívola porque usa
ropa elegante? ¿O que no es coherente criticar al gobierno porque "se
aísla del mundo" y ahora hacerlo con Cristina porque "recorre el mundo" y
no toma contacto con las carencias que todavía tiene la Argentina? ¿Por
qué cuando la senadora nacional visita los centros internacionales
buscando inversores para seguir incrementando la economía argentina se
señala que "se usan los fondos públicos para su campaña presidencial" pero
cuando desde otros organismos públicos se brindan servicios en barrios
periféricos, mientras se "instalan" candidaturas, se lo llama
"extensión universitaria"? ¿Por qué se habla del sistema de designación de
Cristina como si fuera una monarquía y no se piensa lo mismo sobre los
restantes candidatos presidenciales, elegidos todos por iguales
procedimientos? ¿O acaso en Santa Fe las candidaturas del Frente Progresista
Cívico y Social surgieron de un proceso electoral interno? Y hablando de
Santa Fe, le decía a un amigo radical en el mes de enero que si yo fuera
Binner preferiría que Griselda Tessio o Lilita Puig de Stubrin ocuparan
la vicegobernación, por las condiciones personales de la primera y las
aptitudes intelectuales y políticas de la segunda. ¿No te parece que
sería faltar a la verdad si algún periodista las calificara tan sólo como
la "hija de un ex gobernador" o "la esposa del presidente de la
Convención Nacional del radicalismo", olvidando sus respectivas cualidades
individuales? Ahora bien, ¿por qué se pretende reducir a Cristina tan
sólo como la esposa del presidente sin mencionar o destacar su dilatada
trayectoria política y sus notables condiciones intelectuales que todos
los que fuimos convencionales o asesores de la Convención Nacional
Reformadora de 1994 reconocíamos ya en esa época?
¿Por qué se califica de "cooptación hegemónica" a la alianza del
peronismo con gobernadores radicales y conocidos dirigentes socialistas o de
otras fuerzas progresivas y, en cambio, se habla de coalición cívica
para "salvar la república" cuando dialogan Elisa Carrió y López Murphy o
nada se objeta cuando se unen en una lista de diputados nacionales
autoridades radicales con menemistas como Rodolfo Vacchiano o peronistas
como Irma Foressi? ¿Por qué si Cristina gana en primera vuelta, es porque
es "el caballo del comisario" y no le conviene a la República porque
es un gobierno fuerte pero, si en cambio tenemos ballottage, estamos
ante un gobierno débil y la "gente quiere cambios"? Y la última: ¿por qué
se critica al gobierno porque creció mucho la economía en los últimos
cuatro años pero al propio tiempo se señalan los "peligros" que acechan
en los próximos períodos si no se crece tanto? ¿Por qué esa
incoherencia notoria en los análisis?
Podríamos poner muchos más ejemplos de estos contradictorios discursos
que surgen de la mayoría de los medios de comunicación que, en la
cultura postmoderna, dominan o controlan gran parte del espacio de lo
público, pero sería aburrir a los distinguidos lectores de tan prestigioso
diario. Pero, con los indicados, me parece que basta para demostrar que
tales contradicciones o incoherencias, en realidad, pretenden evitar la
cuestión fundamental o, por lo menos, confundir sobre la misma. Y vos
sabés Rogelio que no es la primera vez que esto ocurre. ¿Te acordás
cuando en los meses previos al 6 de setiembre de 1930 se decía que Yrigoyen
estaba viejo y obcecado, mal rodeado y se señalaban actos de
corrupción de la gestión presidencial pero, en realidad, lo que intentaban era
terminar con el proceso de defensa de los intereses de los sectores
medios o trabajadores que, aunque levemente, intentaba don Hipólito? ¿O no
se lo acusaba de hegemónico y concentrador del poder pero lo que en
realidad les molestaba a las fuerzas conservadoras era que Yrigoyen
regulaba las tarifas ferroviarias y las locaciones rurales mientras los
derrotaba electoralmente de manera abrumadora mediante el voto de la "chusma
radical"? Y entonces te pregunto: ¿no será que a los sectores
económicos que concentraron la riqueza en la Argentina de los últimos años -de
la mano de Martínez de Hoz, Menem y De la Rúa- les molesta que a partir
del presidente Kirchner el Estado nacional y la política recuperaron
cierta autonomía y poder sobre el mercado y los proyectos de los
organismos internacionales, un presidente Kirchner que abandonó la lógica
perversa con la que venía gobernando la clase política de "quedar bien con
los de afuera", "quedar bien con los de arriba" y "quedar bien con la
corporación política" y recuperó la esencialidad de la política como
herramienta transformadora a favor de las mayorías? ¿No será que prefieren
un presidente ligado a la farándula, que se exhiba en la televisión de
la mano de los "famosos" mientras ellos se quedan con los recursos del
Estado nacional? ¿No será que Cristina representa la continuidad del
proceso de crecimiento con distribución equitativa de la riqueza y que,
en realidad, esos sectores dominantes en los años noventa lo que
pretenden es frenar dicho proceso? ¿No será que pretenden que Cristina llegue
limitada a la presidencia para que no tenga poder para continuar lo
realizado y cumplir con las asignaturas pendientes?
Por todo ello, estimado Rogelio, me parece que, más allá de las
legítimas aspiraciones personales o grupales -como la tuya de que Hermes
Binner se posicione en el futuro como una alternativa nacional, mediante una
buena gestión provincial, o la mía de que se continúe y mejore el
proceso iniciado por el presidente Kirchner-, creo que hay que encauzar los
debates en torno de las cuestiones fundamentales y no "embarrar la
cancha" para no discutir lo esencial que, a mi entender, como en tantas
otras épocas de la historia nacional, es la continuidad o no del proceso
de crecimiento con distribución equitativa de la riqueza. La calidad
institucional que nos debemos requiere, entre otros, que los medios de
comunicación -actores fundamentales del escenario de lo público-, además
de reflejar sin tergiversaciones la agenda de la gente, ayuden a un
debate profundo sobre los problemas centrales que tiene que abordar la
Argentina para generar las condiciones de una Sociedad del Bienestar para
todos y que, por supuesto, respeten los resultados electorales sin
menoscabar la legitimidad de las autoridades que surjan del voto popular,
tanto en la provincia de Santa Fe como en la Nación Argentina. Estimado
Rogelio, apelo a tu probada inteligencia en tal sentido.
(*) Abogado y licenciado en Ciencias Políticas, profesor titular de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL y de la Facultad de
Derecho en la Universidad Católica de Santa Fe. Integrante del
Instituto Santafesino de Políticas Públicas.
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Hace 6 meses.
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