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domingo, 8 de marzo de 2009

Rabino a domicilio se ofrece

domingo, 8 de marzo de 2009
Sociedad / Edición Impresa

DE LA SINAGOGA AL LIVING DE SU CASA, CRECE EL “DELIVERY RAB”

fuente www.criticadigital.com 

 A Daniel Dolinsky se le ocurrió acercar la religión a la gente y se convirtió en jefe espiritual particular. Su única condición es que los grupos tengan más de siete personas y que en la mesa haya café y galletitas. Estudio, cábala  y oración en Rosario. Tamara Smerling23.05.2008

El reparto a domicilio tiene siglos: el lechero o el afilador de cuchillos no son más que parte de una saga que, con la explosión en la década del 90, ganaron los vendedores puerta a puerta de pizzas, helados o empanadas que se piden con un llamado por teléfono. Pero el negocio del delivery alcanzó, con la llegada del nuevo siglo, límites insospechados y hoy se ofrecen desde desayunos ejecutivos y bebidas alcohólicas hasta el retiro de la ropa para lavar y cigarrillos en cualquier momento del día o la madrugada. Sin embargo, a la comunidad judía de Rosario se le ocurrió una idea mejor: “Solicitá tu ‘Delivery Rab’ o Rabino a Domicilio”, dice el anuncio que ofrece un servicio por teléfono para que un religioso llegue a la vivienda de sus fieles como “una nueva manera de educar en la religión”.

La idea surgió, justamente, de un rabino: Daniel Dolinsky. A él se le ocurrió un número emblemático de la cábala –el siete– para reunir a la comunidad: “La condición de solicitar al rabino por teléfono es reunir esa cantidad de personas porque se trata de un número muy importante en la tradición, que representa lo completo o lo pleno, y nos pareció muy simbólico para este espacio que pretende compartir un lugar de estudio, aprender sobre una temática específica o reflexionar acerca de algún problema en particular, sólo con el compromiso de recibir en casas, oficinas o comercios la visita con un café y galletitas de por medio”, explica el religioso.

Dolinsky creó su “Delivery Rab” como “una forma novedosa de poder acercarnos a la gente, porque por problemas de horarios o por la rigidez de las propuestas, muchos miembros de la comunidad abandonaban los cursos” y entonces “pensamos en adaptarnos a la voluntad de las personas y hacer las reuniones en negocios, casas, oficinas u otro espacio físico allí donde está la gente”. La única condición que impuse –dice el rabino– es que “se ponga café y algo rico para compartir sobre la mesa. Y a algunos se les fue la mano: una mamá que, en el primer encuentro, llevó comida para 500 personas y tuvo que hacer paquetes para que todos se llevaran a su casa lo que sobró”.

La experiencia –que arrancó en febrero de este año y sólo tiene un antecedente similar en Córdoba– se transformó en un éxito: Dolinsky asegura que comenzaron con seis y, en estos pocos meses, alcanzaron los diez grupos hasta con doce personas cada uno. Las edades de los integrantes van de los 25 a los 80 años, y las motivaciones incluyen desde un grupo de empresarios que quieren profundizar en la ética de los negocios desde una visión judía hasta una familia completa que se reunió para agradecer la recuperación de una enfermedad. “Mi familia tenía mucha necesidad de compartir y agradecer después de lo que sufrió mi hija –dice Esther Kuperstein, que trabaja como maestra en una escuela hebrea–. Nos reunimos unas doce personas para conversar con el rabino. La experiencia nos llenó el alma: salimos todos reconfortados. Se trata de una propuesta hermosa”. En los grupos charlan sobre las festividades y los ciclos de vida judíos, el estudio de la cábala, la vida en general y las normas, la ética y las tradiciones de la religión o qué implica ser judío hoy, cuenta Dolinsky. “Se trata de gente que no estaba participando de la comunidad. En estos meses, duplicamos la cantidad de alumnos incorporando varios que, por ‘fiaca’ o porque no estaban comprometidos con la religión, se hallaban distanciados. Ahora, invitar a alguien a tu casa o a tu oficina, genera otro tipo de respuesta y de responsabilidad. La gente mostró ganas y se enganchó con la propuesta. Hay mucha sed por aprender, por confrontar el mundo desde una visión judía, de aportar la religión a lo cotidiano y a la sociedad en la que estamos.

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