La situación que se vive en la cárcel de Coronda es algo inusual. Un grupo de evangelistas se apropió del control de la unidad penitenciaria.
El hecho se inició con la llegada de Nicky Cruz, ex líder de una pandilla de Nueva York, quien vino desde Estados Unidos para dar “la Palabra”.
La violencia que el régimen carcelario del Estado no pudo solucionar por décadas parece disiparse en los pabellones donde impera “el culto”, tal como se denomina intramuros a la fe religiosa. No hay datos oficiales, pero los pastores estiman que la mitad de los presos -unas tres mil personas: 2.100 internos del Servicio Penitenciario (SP) más quienes están en comisarías y alcaidías- ya se convirtieron. El gobierno reconoce beneficios pero analiza con cautela ese avance.
Esta mañana, Lilian Etchegoy, coordinadora de Trabajo Carcelario, habló con LT9 sobre este cuadro de situación, donde la disciplina es mas que estricta, en lo sectores que quedaron bajo el mando evangelista.
A las 6 hay que estar arriba para orar, acto que se repite a las 9, 11, 15 y 17. De 20 a 23 hay tres horas de culto, donde los "siervos" o "pastores" -líderes de cada pabellón-, profesan la Palabra. No se puede fumar -menos drogarse-, ni escuchar cumbia, ni usar gorritas con visera, ni mirar pornografía o programas violentos en la televisión. Ni siquiera tener en la celda la clásica mujer de almanaque, musa infaltable en las paredes tumberas.
“Nosotros venimos señalando la gravedad de esta situación, porque el Estado no puede delegar la ejecución de la pena privativa de la libertad a ninguna entidad religiosa. Nosotros estamos de acuerdo con la libertad de culto, pero esto atenta contra la misma libertad de culto. (…) Aquellos que no profesan esta religión son retirados de los pabellones y la realidad mas grave es que casi todos los pabellones son evangélicos. Son muy pocos en los que pueden ingresar los que profesan la religión católica o los que no tienen ninguna”, sostuvo Etchegoy.
“Mas allá de lo estricto que son, el hecho de que tengan ese poder, de decir quien entra o no, se está delegando una responsabilidad que es indelegable, que es la de la institución de la pena. Estas son cosas que hay que ir reviendo”, finalizó.
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